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EL caso de la listeriosis es escandaloso, por el despiste de los responsables del control de alimentos, pero sobre todo por el origen del mal. Quizás pecaron de exceso de confianza. Nadie imaginaba que la falta de higiene y las malas prácticas presuntamente cometidas por una empresa sevillana, Magrudis, pudiera llegar a esos extremos. Las consecuencias para la salud pública han sido graves, con muertes y abortos. Una consecuencia indirecta, como comentó Carlos Colón, es que ha servido para poner los abortos en otra consideración. Algunos medios progresistas llamaron bebés a las criaturas nonatas perdidas. Pero, tras los errores iniciales, que fueron mayúsculos, la rectificación ha sido acertada. En ello ha influido que nombraran portavoz de la crisis de la listeriosis a un médico experto, el doctor José Miguel Cisneros.

La Junta de Andalucía era (y puede que siga siendo) una institución no sólo política, sino muy politizada. Hasta en las cuestiones más profesionales se ha intentado siempre hacer política. A veces con politiqueos cutres, para ser más exactos. En la crisis de la listeriosis, el consejero, Jesús Aguirre, tras no debutar con buen pie, supo enmendar el entuerto, facilitando que fuera el doctor José Miguel Cisneros quien explicara la evolución de los casos y las medidas. En otras circunstancias, con un portavoz político, la crisis de la listeriosis seguiría con una sucesión de paridas y acusaciones, de disputas y demagogia entre unos y otros. Es decir, pendientes de buscar supuestos culpables políticos, lo único que interesa a algunos partidos.

Por el contrario, con el doctor Cisneros se ha visto que lo más importante era controlar la listeria. Buscar resultados médicos y aportar seguridad a la población de que no sería una epidemia a lo loco, sino que se localizaría y centraría el brote. Así lo están haciendo. Han ofrecido información rigurosa y explícita, sin ocultar nada. Tras los análisis realizados en el Centro Nacional de Microbiología, del Hospital Carlos III, se conoce el origen y desarrollo del brote. También ha sido importante delimitar que más del 80% de los contagios han ocurrido en Sevilla. Eso ha obligado a un esfuerzo sanitario, sobre todo en el Hospital Virgen del Rocío, coincidiendo con el periodo de vacaciones.

En las adversidades resplandecen los buenos comportamientos. La listeriosis ha tenido sombras, pero también las luces de ver que la profesionalidad y la valía de la sanidad sevillana se encuentran ahí, para cuando sean necesarias. Y que los políticos y las políticas, a veces, están más guapos y más guapas cuando se callan.

José Joaquín León