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EL Ayuntamiento de Sevilla ha anunciado que a partir de septiembre, tras las vacaciones, pondrá en marcha el plan para el exterminio de las cotorras. Perdón, quiero decir el Primer Plan Municipal de Control de las Cotorras Exóticas Invasoras, que es como oficialmente se denomina, y que lleva implícitas otras medidas para potenciar las especies de aves autóctonas, que justamente compiten con las dichas cotorras. A Juan Espadas lo acusarán de cotorricidio, se ve venir, a pesar de que está procediendo con una enorme exquisitez en el control. Para las cotorras capturadas utilizarán jaulas y redes que “deberán ser respetuosas con el bienestar animal y tendrán comida y agua”. Las aves serán sacrificadas con vigilancia de un veterinario, para que los verdugos municipales cumplan los protocolos establecidos.

Johnny, aficionado a la caza y votante de Vox, cogió su fusil; y creyó que se podía ir a los parques, en busca de las cotorras invasoras. Pues no, Johnny, guarda el fusil, que te vas a jugar un buen paquete. La cruzada contra las cotorras invasoras, la reconquista de los parques y jardines sevillanos, la empezó Ciudadanos, en el anterior Ayuntamiento, cuando estaba Javier Millán de portavoz y le pedía a Juan Espadas medidas contundentes contra estas aves enemigas. Menos remilgos, y a por ellas, con un ejército de carabinas. Pero no coló. Las medidas se iban retrasando y hasta aquí hemos llegado.

Ahora el gobierno municipal de Juan Espadas anuncia un plan. Justo cuando el PP, por medio de Evelia Rincón, denunció la invasión de ratas, además de la inquietante propagación de cucarachas y pulgas. Esas medidas incluyen la potenciación de especies como el murciélago nóctulo mayor en el Parque de María Luisa. Eso no significa que vayan a dejar la plaza de España como si fuera una película de Drácula, con los murciélagos sobrevolando la Delegación del Gobierno, sino que van a establecer una sana competencia de las aves por el territorio. Como en los programas de Félix Rodríguez de la Fuente con los depredadores, para entendernos. Se trata de quitar alimento a las cotorras.

Aún así, quienes hayan leído Elizabeth Costello, del premio Nobel sudafricano J. M. Coetzee, ya saben que algunos animalistas radicales comparan los mataderos industriales con el holocausto judío, al mismo nivel. Vargas Llosa le dio un buen viaje, alertando de los riesgos en esas comparaciones odiosas. Todos los animales no son iguales. Los hay estupendos, benéficos y cariñosos, pero no todos son así.

El riesgo del cotorricidio se ve venir. ¿Y la portavox de Vox no dice nada? ¿Para qué cobran en el Ayuntamiento?

José Joaquín León