EN contra de lo que están diciendo el teniente de alcalde Martín Vila y el alcalde Kichi (que ya se ha quitado la careta) José María Pemán no puede ser represaliado. Es una aplicación manipuladora de la Ley de Memoria Histórica. Ellos tergiversan la actuación de Pemán en el conflicto que dividió a las dos Españas. Cuando lo acusan, olvidan que se negó a que los escritores republicanos fueran expulsados en la Real Academia Española, olvidan su relación con Alberti para que volviera del exilio, y sobre todo olvidan su trayectoria desde los años 40 para establecer una monarquía democrática (que incluyera a la izquierda) y otros hechos comentados ya. Pero, además, hay otro muy importante: Cádiz le debe mucho a Pemán.

Hay instituciones como la Universidad, el Ateneo, la Real Academia Hispano Americana y el Casino Gaditano que se deberían pronunciar nítidamente en este asunto, porque es seguro que sin Pemán no serían como son. En algunos casos puede que ni siquiera existieran. Y lo mismo digo de la Cofradía del Nazareno, de la que Pemán fue hermano mayor (prioste, como se llamaba entonces) y le deben casi todo lo que tienen, empezando por la Virgen de los Dolores, que se la encargó al escultor Juan Luis Vassallo Parodi, amigo suyo. Nadie es profeta en su tierra, pero en Cádiz menos aún.

La decisión de aplicarle la Memoria Histórica debe ser revocada. No basta sólo con protestar. Los partidos democráticos tienen una responsabilidad que no pueden eludir. Por las buenas o por lo judicial. Ha sido una decisión injusta y sectaria, como lo prueba que en la comisión de la Memoria Histórica, el resultado salió por la mínima (al parecer, quedó 4-3). Votaron en contra las personas que hay en esa comisión con carreras universitarias, entre ellas Alberto Ramos Santana, catedrático de Historia Contemporánea de la UCA. Votaron a favor de represaliar a Pemán las personas que no tenían carrera universitaria y uno que sí la tiene.

Una decisión sectaria, adoptada sin unanimidad, que va contra el espíritu de justicia y reparación que debe tener la Memoria Histórica. En vez de acabar con los agravios, crean uno a destiempo. Y sobre todo crean un precedente nefasto en la caza de brujas, incompatible con una democracia.

Si a Martín Vila le queda algo de sentido común y de responsabilidad política, él mismo debería reconducir ese error. Y si no lo hace, son otros los que le deben obligar a dimitir y reparar esa injusticia. Incluido el PSOE, que no se debería poner el disfraz de Pilato para ser cómplices de la barbaridad.

José Joaquín León