LOS forasteros que veranean en agosto no entienden las singularidades de la idiosincrasia gaditana. Pónganse en el pellejo de un veraneante que llega a Cádiz por el nuevo puente (ese puente que no serviría para nada, según algunos cenizos) y se dirigen del tirón hacia el casco antiguo por la antigua carretera industrial. Tras pasar la glorieta y el edificio de los bomberos, hallarán un carril bici grande y nuevo, sin apenas bicicletas, y una acera muy estrecha por la que van paseantes y presuntos atletas. Al pasar junto a la tapia blanca de los astilleros de Cádiz, donde siguen trabajando criaturas, a pesar de los pesares, puede que les sorprenda una pintada escueta y enigmática, escrita apresuradamente en dicha tapia: Costal.

¿Y eso qué significa? Esta inquietante pintada ha sido vista, sin que se conozcan las causas indignadas de semejante denuncia. ¿Qué significa la palabra Costal en la tapia de los astilleros? En tiempos de Carranza, muchos cargadores profesionales procedían del muelle y de los astilleros. Eran obreros que se ganaban un jornal debajo de los pasos. Pero los tiempos han cambiado, y ahora son como hermanos cirineos, que defienden las puras esencias de Cai.

Esta ciudad tuvo fama de reivindicativa desde los tiempos de Fermín Salvochea. Ahora, en la época de Kichi, sorprende que ese espíritu de denuncia nos lleve a esa palabra pintada por una mano negra: Costal. Hubiera resultado más comprensible que la pintada indicara: Costal no, gracias. O incluso: Costal no, fuera los sevillanos. Y pudo ocurrir que cuando iban a seguir contra la sevillanía, apareciera un patrullero policial y se les quedara sólo la palabra Costal, como si fuera un coito interrupto de la escritura. Y se piraron a paso de horquilla.

Sin embargo, la palabra aparecida en esa tapia de los astilleros también podría significar lo que parece. Una reivindicación, pura y dura, del costal en Cádiz. Porque un paso con costaleros podría llegar a la Catedral por esa carretera industrial, y no sólo desde el barrio de Astilleros (donde lamentablemente no hay ninguna parroquia), sino incluso desde la barriada de la Paz o desde Puntales. A costal pueden recorrer 14 kilómetros en un solo día, y sin echar al capataz después de la faena. Para hacerse una idea, es como si le pones un patinete al paso, pero con costal. Van de frente y por derecho. Arrían el paso 100 metros más allá, en vez de 10 metros más acá. Se llama chicotá.

Si nuestras abuelas advertían que Internet es un invento del Maligno, los carriles bicis es posible que también. Están cambiando la noción de la distancia. Y ya ha aparecido esa enigmática pintada: Costal.

José Joaquín León