FRENTE al populismo está el otro populismo. Funciona por todas partes, incluso por la del Gobierno de Pedro Sánchez, que llama al embajador de EEUU por un conflicto comercial. Están convenciendo a la gente de que van a arruinar a las empresas andaluzas de aceite, vino y otros productos por culpa de Donald Trump. El presidente de los EEUU es impresentable en ciertos ambientes, y un político tosco, además de gustarle mucho un arancel. Pero, en este caso, la culpa no es de Donald Trump. La culpa es de la Organización Mundial de Comercio, que ha decidido a favor de EEUU, en un largo contencioso que mantenía con la Unión Europea, desde principios del siglo XXI. Según la OMC, en EEUU pueden gravar a productos europeos por valor de 6.900 millones de euros anuales, para compensar las pérdidas que sufrieron en el sector aeronáutico por las ayudas europeas a Airbus.

El conflicto se planteó en tiempos de Jorgito Bush II, otro republicano (en EEUU los republicanos son fachas), pero no fue cancelado durante el mandato progresista del demócrata Barack Obama. Así, el caso ha llegado hasta nuestros días, y le ha sentado de maravillas a Donald Trump. Porque, ciertamente, el presidente yanqui se vuelve loco con un arancel, como se ha visto en la guerra comercial con China.

Aunque Trump sea como es, ya sólo cabe apelar a que se porte bien. Las medidas aún son provisionales. Si la OMC le permite gravar con 6.900 millones de euros a productos europeos, se entiende que no renuncie a ese derecho. Por eso, también es interesante reflexionar sobre el origen del problema. Los países más castigados son Alemania, Francia, Reino Unido y España, porque sus gobiernos dieron ayudas a Airbus que alteraban la competencia con la empresa norteamericana Boeing. Después  Boeing se ha hundido, por fallos en el 737 Max que originaron siniestros. Y la CE los denunció porque también percibieron ayudas.

Es cierto que en este conflicto hay una injusticia básica. Es como si Luis Suárez le da un mordisco a un rival y sancionan también a Messi y a Ter Stegen. Verán que las empresas de aceites, vinos (afecta hasta 14 grados), cárnicos, lácteos, frutas y otros productos agroalimentarios no tienen nada que ver con los aviones de Airbus. Si falló la competencia, no deben castigar a terceros.

Pero la culpa no es del rival Trump, sino del árbitro, que es la OMC. Para calmar los ánimos, anuncian que van a revisar los aranceles con una reunión conjunta en Ginebra el día 14. Todavía les queda el VAR.

José Joaquín León