EL deporte municipal en Cádiz es desastroso. No hay instalaciones dignas de una capital de provincia, no se fomenta bien el deporte de base, y se están quedando al margen de la realidad de los gaditanos y las gaditanas. Sin embargo, el Instituto Municipal de Deportes ha saltado a la actualidad por una polémica que debía ser secundaria, relacionada con el contrato de limpieza, tras aprobarse el pliego de condiciones a pesar del informe contrario de la intervención municipal. El PP se opuso con Juancho Ortiz, mientras que el gobierno municipal de Adelante y el PSOE (que sin Fran ya le hace la ola a Kichi) lo han justificado, porque van a mejorar las condiciones de los trabajadores. Como si esa mejoría fuera suficiente para pasarse por el forro los criterios de un interventor. Cádiz no debería ser como Venezuela.

Pero este es un asunto menor, si se compara con el mayor, que es la decadencia del deporte municipal en Cádiz. Las instalaciones están afectadas por la dejadez del tiempo y el nulo interés existente. El denominado Complejo Deportivo Ciudad de Cádiz fue construido por el Ayuntamiento, en los tiempos de Carlos Díaz, con el propósito de que la capital gaditana se convirtiera en una referencia para la natación española, o algo así, según dijeron. Los nobles propósitos fueron cediendo, hasta llegar a su decadencia actual. Muchos usuarios se han ido a instalaciones privadas, que resultan más competitivas para practicar deporte.

Se perdió el principal pabellón de Cádiz, que era el Fernando Portillo. Ni el PP en su prolongado mandato, ni el Gobierno de Podemos y Unidas (del que disfrutamos desde hace ya más de cuatro años) han sido capaces de iniciar las obras para un nuevo pabellón de los deportes en Cádiz. Un lugar donde se pueda competir al máximo nivel en baloncesto, balonmano, voleibol y otros deportes. Con una capacidad amplia para el público. Así se ha llegado a la vergüenza de que Cádiz sea una de las capitales españolas con peores instalaciones deportivas.

En los pabellones de barrio hemos tenido casos lamentables como el del Francisco de la Blanca, en Guillén Moreno, donde se ha visto el nulo interés por el deporte popular y las instalaciones. Al tiempo que el deporte municipal iba a la deriva, en la ciudad han proliferado inversiones privadas en gimnasios, incluso dentro del recinto portuario y dentro del estadio Carranza. A los gimnasios privados acuden mayoritariamente los gaditanos y las gaditanas, mientras el deporte municipal de Kichi se enrolla con una batallita por el contrato de la limpieza.

José Joaquín León