EN el salón de actos de la Fundación Cajasol (antes Casa de Pemán) presentamos el libro El obispo civil, de José Blas Fernández. Lo escribo en plural, porque yo hice la presentación propiamente dicha, si bien él interpretó después los pasodobles, los cuplés y el popurrí. Con un tono chirigotero, por la simpatía, aunque con el rigor que le caracteriza. Pepe Blas es de esas personas que usan la ironía y el sentido del humor, sin dejar de ser serio. A veces se ha propagado una imagen errónea de él. Quizá porque a pesar de escribir un libro sobre las más de 700 bodas civiles que ofició en el Ayuntamiento, Pepe Blas no se casa con nadie, y defiende sus derechos siempre. Sólo se ha casado con su esposa, Isabel Escobar, con la que contrajo matrimonio en 1973 en la iglesia de Santiago.

Entre los asistentes al acto había algunos que fueron concejales y compañeros suyos en el PP, empezando por la ex alcaldesa, Teófila Martínez, con las que ejerció durante 20 años en las delegaciones de Economía, Hacienda y Personal, tres marrones. Entre ellos fueron algunos que se han alejado de la política, como Fernando Sicre, Maribel Bueso, Jesús de Sobrino, o Juan Antonio Guerrero, por citar nombres. Y también otros que siguen en la política activa, como el actual portavoz, Juancho Ortiz, Carmen Sánchez, o el anterior portavoz, Ignacio Romaní. Asimismo asistió el ex portavoz de Ciudadanos, Juanma Pérez Dorao, otro espíritu a su libre albedrío, como Pepe Blas, al que considera “el concejal con mejor sentido del humor del anterior Ayuntamiento”.

Tampoco crean que se pasó 36 años como concejal contando chistes. Pepe Blas Fernández ha batido el récord de la permanencia como concejal en Cádiz (desde 1983 a 2019) y el récord de bodas civiles oficiadas en el Ayuntamiento (a una media de más de 30 al año). A algunas personas las casó dos veces, a otras tres, y a uno incluso cuatro veces. Parece que se divorciaba para que lo volviera a casar Pepe Blas. Su pregón de la Semana Santa, en 2012, fue el primero al que acudió el obispo Rafael Zornoza, que no sabía que estaba viendo desde el palco del Gran Teatro Falla al otro obispo, el civil.

Se quedó la espinita clavada de que Pepe Blas no fue alcalde de Cádiz, ni siquiera durante unos meses. Conoce aquella casa del Ayuntamiento como si fuera la suya, y a Cádiz también, por lo que no hubiera desentonado en el cargo, visto lo que se ha visto después. Hubiera sido interesante presentar una moción de censura en 2018 y ponerlo a él durante unos meses. Hubieran matado (políticamente hablando, por supuesto) dos pájaros de un tiro. Aunque en Cádiz ya no se cargan ni a un mosquito.

José Joaquín León