EN menos de un año, la nueva Junta de Andalucía, gobernada por el PP y Ciudadanos, se va a quitar de encima el muerto de la Residencia del Tiempo Libre. Allí será construido un hotel por una de las dos empresas que han presentado ofertas. Es un buen ejemplo, sobre todo si se compara con el hotel del Estadio, que Kichi recibió como herencia de Teo, y todavía no han conseguido venderlo, con varios intentos fallidos. Digo en su descargo, y en el de David Navarro, que es más fácil vender el Tiempo Libre que el hotel del Estadio. Y no sólo porque esté en mejor ubicación.

Es más fácil porque la Junta tiene a unos consejeros, como Juan Bravo (Hacienda) y Rogelio Velasco (Economía), que saben de lo que va la cosa económica. El valor catastral del Tiempo Libre está fijado en 16 millones, si bien la Junta lo ha tasado en un mínimo de 9,78 millones. Ese edificio es uno de los que esperan vender para obtener 70 millones, aunque la previsión se ampliaba a 50 inmuebles que reportarían 320 millones para los presupuestos de 2020. Es una forma de obtener ingresos, sin sacudir a más impuestos a los ricos ni a los pobres.

La Junta ha organizado un Black Friday para vender el Tiempo Libre. O quizá sea un Cyber Monday, ya que lo adjudicarán el lunes. Y, de paso, han orientado al Ayuntamiento de Cádiz sobre lo que debería hacer con el hotel del Estadio, que es negociar con realismo. Estar gobernados por anticapitalistas en un mundo capitalista tiene graves inconvenientes. El principal es que no se orientan y no les sale ni un proyecto.

En el Tiempo Libre se han adaptado a la realidad. Poco antes del verano se criticó el supuesto cambio de criterio, al considerar innecesario el derribo del edificio. Como si de pronto ya no sufriera aluminosis, y su estructura fuera estupenda. Pero no se trata de que la Junta haya dado marcha atrás, ni de que el proyecto aproveche unas instalaciones que parecen la mansión de los horrores. La Junta ha optado por ser pragmática. Por eso, han dejado el derribo (o no) de lo edificado al criterio de la empresa que gane la subasta. Es decir, se trata de una forma de ahorrarse el importe de la demolición, que no sale gratis. Pero deben estar tranquilos. Ninguna empresa hotelera fiable respetará el diseño y la estructura de ese edificio. Si lo mantuvieran, me parecería preocupante.

Una vez adjudicado, viene lo más bonito, que son las obras. Veremos cuando llega el primer turista al nuevo hotel del Tiempo Libre. Es probable que llegue antes que el primer turista del hotel del Estadio y el primer estudiante de la facultad de Valcárcel.

José Joaquín León