A la presentación de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno le ha faltado solemnidad. Aunque sean anticlericales, se deberían fijar más en el protocolo del Vaticano, que cuida esos detalles divinamente. A la presentación de Pedro Sánchez (con el trabajito que le ha costado y lo reñido que ha sido) le hubiera sentado bien una fumata blanca, cuando ya se sabía que lo había conseguido por 167 a 165, en la prórroga (y con los independentistas de ERC y los proetarras de Bildu haciendo su trabajito), de modo que hubiera salido el humo blanco por la trasera del Congreso de los Diputados. En la Carrera de San Jerónimo, algunos paseantes despistados hubieran creído que sus señorías se estaban ventilando unos porros, después de lo que hemos escuchado allí, pero las personas más preparadas lo hubieran entendido a la primera, digo a la segunda.

Entonces la señora Batet hubiera proclamado: “Se notifica por la presente que habemus presidente”. Y la gente, en la Carrera de San Jerónimo, hubiera aplaudido, o hubiera abucheado, o lo que sea. El humo ciega tus ojos. Algunos pensarán que decir esto de nuestro presidente es una falta de respeto. Pero respetar, lo que se dice respetar, allí no respeta nadie. Han montado un numerito bufo que parecía una comedia de Miguel Mihura. Aquello parecía el Teatro de la Comedia, con la representación de Meritxell y la extraña familia.

Cuando la gente creía que ya estaba todo visto, sube una telonera llamada Montserrat Bassa, a la que ERC le ha dado unos minutos de gloria como portavoz, y suelta: “A mí la gobernabilidad de España me importa un comino”. Menos mal que no dijo “me importa un carajo”, aunque se le entendió parecido. En tiempos de Emilio Castelar se cuidaba mejor el don de la oratoria. Había unas disputas dialécticas más ingeniosas. Ayer hubo también otro numerito con los parlamentarios de Vox, encabezados por Santiago Abascal, que abandonaron el hemiciclo cuando iba a hablar el representante de Bildu. Era el día de la libertad de expresión.

Este es el ambientazo que vemos en el Congreso de los Diputados. Y con esos bueyes hay que arar. Difícil misión para el presidente, Pedro Sánchez, y el vicepresidente, Pablo Iglesias. Gobernar lo van a tener difícil, porque deben hacerlo con los mismos a los que les importa “un comino” España y su gobernabilidad, y sólo quieren una amnistía por la cara para los presos, y que les den las papeletas marcadas para el separatismo.

En otros países de Europa también hay coaliciones, dicen sus colegas. Pues claro que sí, pero hay coaliciones y coaliciones. A esta se le intuye poco futuro.

José Joaquín León