EN todas las crisis hay ganadores y perdedores. Es posible que después del coronavirus haya perdedores y fulminados. Por eso, es importante que Sevilla se lo tome muy en serio. Por sus características económicas y sociales tiene demasiados puntos débiles. Es bonito el optimismo de cara a la galería del arte, pero debemos ser realistas y asumir que lo peor está por venir. Ayer iba a ocurrir un milagro en Castilla y León: un pacto de reconstrucción, con 85 medidas firmadas por todos los partidos, a instancias del presidente, Alfonso Fernández Mañueco, del PP, que cogobierna con Ciudadanos. Al final, se arrepintieron dos diputados: el de Vox y el de Unión del Pueblo Leonés, pero lo firmaron los portavoces de PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos.

En el Parlamento de Andalucía alcanzaron un acuerdo (alabado en su día) para crear una comisión de reconstrucción, que después ha ido dando tumbos de cualquier manera, por aquello de que el Ejecutivo de Juanma Moreno le ofreció la presidencia a Manuel Gavira, de Vox. Al final, el problema no es el futuro de Andalucía, sino el presidente de la Comisión, por aquello de ver quién controla. Cuando lo que verdaderamente importa es el contenido de lo que se aprueba, y su eficacia para la reconstrucción de Andalucía, que ha salido descompuesta, y con más rivalidad para captar turistas, y con negocios arruinados, a cuyos propietarios y trabajadores les importa un pimiento morrón quién es el presidente de la comisión.

Pasamos a Sevilla, donde el alcalde, Juan Espadas, consiguió poner de acuerdo al PSOE, PP, Ciudadanos y Adelante, para un pacto de reactivación por importe de 20 millones. Con eso no van a salvar a Sevilla, sino que necesitarán otros acuerdos más intensos y profundos, a los que también se debería sumar Vox. Tienen sus ideas y se sabe cuáles son, pero no pueden ir siempre de marcha por la vida con la cacerola y la bandera. Por otra parte, el alcalde Espadas, así como los portavoces Beltrán Pérez, Álvaro Pimentel y Susana Serrano son personas que también tienen sus ideas, y divergen, pero parecen ser más tratables y proclives al raciocinio que otros compañeros de Madrid, que se distraen invitándose a cafés y dando numeritos en el Congreso de los Diputados.

Numeritos para la ruina ya tienen muchos. Y puede pasar que al final del sorteo pierda Sevilla. Según el CIS, el turismo no va a levantar cabeza en verano. En Sevilla, daría una buena imagen de la ciudad conseguir un pacto por unanimidad para las cuestiones básicas: aquellas que el coronavirus se llevó y hay que recuperar.

José Joaquín León