CUANDO ya termina octubre, el mes del Rosario, el Consejo de Hermandades y Cofradías ha nombrado a Rosa García Perea pregonera de las Glorias de 2020. La lectura entre líneas que tiene esta noticia es: han nombrado a una mujer. En ciertos ámbitos cofradieros, eso de nombrar a una mujer pregonera todavía se entiende como si Eva le diera una sandía a Adán, o hubieran visto un ornitorrinco en la Campana. Mientras esto se interprete así, mal vamos. Porque significa que mujer y pregonera parecen conceptos incompatibles, entre los que sólo caben raras excepciones. Sin embargo, a Rosa García Perea la han elegido porque tiene sobrados méritos. Sabe escribir y sabe hablar, entre otras cualidades que son convenientes para los pregoneros y las pregoneras.

A Rosa García Perea le pasa como a Julio Cuesta, el pregonero de la Semana Santa. Son amigos míos, como de casi toda Sevilla. Para los pregones de 2020, el Consejo ha elegido a un hombre y una mujer que llevan la amistad por bandera, y que son conocidos por la gente. Sin embargo, sólo con tener amigos no se triunfa como pregonero. El Consejo, además, ha elegido a dos que estarán a la altura de las circunstancias, porque tienen los mimbres y porque entienden la temática.

Rosa es conocida, principalmente, como editora. Trabaja en Almuzara, la editorial de Manuel Pimentel, a la que llegó después de su difícil (y bonita) experiencia en Jirones de Azul, que puso en marcha junto a su hermana Esperanza. A Rosa se le nota la vocación de editora. Los editores son personas raras, no tanto como los ornitorrincos en la Campana, pero por ahí, porque se juegan la pasta por amor al arte. Es como un Quijote que desafía a los molinos. Para eso hay que ser tan valiente como lo es Rosa, incluso a riesgo de perder las batallas utópicas, para levantarse después con la misma ilusión.

Sin embargo, Rosa es también una gran poeta. No de ripios, no de rimar Sevilla con maravilla, sino de profundizar en los sentimientos y encontrar las huellas íntimas; incluso de arriesgar, como siempre hace, y de poner las cartas boca arriba para que no se oculten. Rosa empezó como poeta, escribió una novela, y volvió a la poesía, que es como un sendero por el que avanza. Presentó un libro, Breviario para malas mujeres, en el antiguo teatro Imperial (hoy librería Verbo), que quizá no sea lo que se espera de una pregonera de las Glorias, pero sí de ella, que es valiente.

Así que no la han nombrado por ser mujer, sino porque es una voz necesaria en ese universo peculiar de las hermandades.

José Joaquín León