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EN la próxima madrugada vuelven a cambiar la hora. La gente siempre pregunta: ¿hay que adelantar el reloj o atrasarlo? Esta vez toca retrasarlo,  pueden dormir una hora más. A las tres de la madrugada serán las dos. ¿Se imaginan si eso se pudiera hacer, en la Campana, en la Madrugada del Viernes Santo? Si a las tres fueran las dos, dispondrían de una hora más para repartir nazarenos de la Macarena en adelante. Pero esa maravilla no ocurre en la Madrugada de Sevilla, sino en la del último domingo de octubre, el mes de la Virgen del Rosario. Los relojes se atrasan y el tiempo se recupera. Así el tiempo se nos queda un poco menos perdido. Marcel Proust hubiera tenido una hora más para escribir.

Volver al horario de invierno es un fastidio. Con la hora europea van dando tumbos. Se regían por el meridiano de Greenwich desde antes de Boris Johnson. Porque esa sería otra opción. ¿Podríamos hacer un Brexit blando para salirnos del horario europeo de invierno y quedarnos todo el año con el de verano? En tiempos del presidente Mariano Rajoy dijeron que el Congreso de los Diputados iba a estudiar los horarios. Nunca más se supo; y para colmo Pedro Sánchez le montó una moción de censura con los mismos a los que ahora no les atiende el teléfono.

Un señor llamado Ignacio Buqueras i Bach fue el fundador y presidente de honor de Arhoe (Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles). Esta asociación ha insistido en que nuestros horarios son demenciales y debemos adaptarnos a los europeos, que almuerzan a mediodía, cenan a las siete de la tarde y cosas así. Además de levantarse a las cinco de la madrugada, para aprovechar bien la jornada laboral de 35 horas. En esas costumbres nuestro horario de verano encaja mal.

Sin embargo, en Sevilla se nota una creciente adaptación a los horarios europeos. Antes ibas a un bar de Santa Cruz o del Arenal a las 23 horas y estaba en ebullición, a tope. Y a las 20 horas sólo había guiris para cenar, mientras los sevillanos y las sevillanas todavía merendaban. Por el contrario, ahora, a las 20 horas, te encuentras a centenares de sevillanos cenando en los bares del centro, como si fueran turistas. El cliente local se está adaptando al visitante, y no al revés. Sevilla se hace Londres, en vez del inglés sevillanizarse.

A este paso de mudá, el funcionario almorzará a la hora del cafelito. A este paso, Paco Vélez adelantará la Madrugada a la noche del Jueves Santo. A este paso nos vamos a quedar con el horario de invierno todo el año, más tristes que un Oficio de Tinieblas. A este paso gastaremos más luz.

José Joaquín León