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NUESTRO alcalde, Juan Espadas, es un gran defensor de los tranvías. Incluso lo quiere ampliar hasta Santa Justa, a pesar de que no haría falta si ejecutan las tres líneas del Metro. Y considerando que desde la estación de San Bernardo a la de Santa Justa se puede ir en tren de Cercanías, sin contar los autobuses. Un tranvía que pare en el Nervión Plaza también es redundante, porque cercana está una de las pocas estaciones de Metro actualmente existentes en la línea única. El recorrido de ese tranvía atravesaría una de las zonas mejor comunicadas (o menos mal comunicadas) de Sevilla. Mientras hay otras que dan pena.

Y entonces surge la pregunta: ¿Por qué tanto amor al tranvía? Algunos entienden que es porque los subvencionan en Europa,  quizá porque entre las primeras empresas productoras de tranvías hay una alemana y otra francesa. En España también gusta ese negocio. Y es cierto que tranvías circulan en diversas ciudades del mundo. Sin embargo, son pocas las que lo consideran actualmente como el transporte prioritario. Por el contrario, en general, en el mundo mundial es más importante el Metro, que tiene recorridos subterráneos y puede alternar con el tranvía y los trenes en las superficies periféricas.

En Madrid, capital de España, ¿para qué sirve el tranvía? En otras capitales europeas los hay, pero su utilidad depende del lugar. Vuelvo a Shanghái, que es actualmente una de las ciudades más avanzadas del mundo y cuenta con un área metropolitana de 20 millones de habitantes. Allí el tranvía apenas se usa. Es mucho más importante el Metro, por supuesto. Y el trolebús. ¿Por qué a nadie se le ocurre poner trolebuses, en vez de tranvías, en Sevilla? Los trolebuses necesitan cables, pero no utilizan vías, por lo que pueden ser más rápidos y distorsionar menos el tráfico. Al ser eléctricos, gustarían a Pedro Sánchez, que muestra alergia a la gasolina.

En Hong Kong hay tranvías de dos plantas. Sobre todo para moverse en la isla central. Aunque el tranvía más famoso es el Peak Tram, que lleva al Pico de Hong Kong, donde montaron un complejo alrededor de un mirador, desde el que se ve un paisaje impresionante de las islas y los rascacielos. Es un tranvía-espectáculo. Como lo es el de Alfama, en Lisboa, el tranvía 28, donde parece que te vas a encontrar a Fernando Pessoa en la próxima parada.

En Sevilla se perdió la oportunidad de rescatar el tranvía histórico, como el del legendario accidente del palio de la O. En Sevilla, el tranvía se ha convertido en una excusa, en un intento de dar gato por liebre y confundir al personal.

José Joaquín León