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EL Carnaval de Cádiz ha pasado de puntillas por el coronavirus. En Venecia lo suspendieron, pero aquí no había ningún motivo que aconsejara medidas tan drásticas. En Suiza y otros países europeos han prohibido las concentraciones de más de mil personas. ¿Por qué mil y no quinientas personas, un suponer? A Cádiz, según los datos publicados, acudieron unas 400.000 personas en Carnaval. Pasarse de tontos con el alarmismo es negativo para la sociedad. El consejero Aguirre lo ha recordado. No contribuye a frenar el coronavirus, pero sí que le hace la puñeta a la economía, y sobre todo al turismo, cuyos efectos se empiezan a notar.

Se salvó el Carnaval de Cádiz, que en otras circunstancias hubiera sido cuestionado. Por ejemplo, de no frenarse ese alarmismo, hubiera podido afectar al Carnaval en la calle. Como está ocurriendo con las insinuaciones acerca de las Fallas de Valencia, que es la primera gran fiesta masiva que aparece en el calendario español, y que precisamente se celebra en una ciudad donde han registrado varios casos, casi todos por contagio en el norte de Italia, con motivo del partido Atalanta-Valencia.

Al Carnaval de Cádiz vienen pocos italianos, a no ser los de aquella recordada comparsa de ‘La Sereníssima’, de Juan Carlos Aragón. En esta ocasión les hubieran dado un cajonazo por consejo médico. El turista del Carnaval viene en gran parte de Andalucía. Los guiris no entienden el peculiar gracejo de nuestras coplas, ni pillan los dobles sentidos, ni la sal y pimienta de los estribillos, o las rimas poéticas de los cuarteteros. Así que el turista guiri, en el Carnaval de Cádiz, está profundamente desubicado y no se entera de lo principal.

Gracias a eso, se ha librado Cádiz de que vengan chinos, coreanos, italianos, iraníes y de otras nacionalidades donde la enfermedad ha proliferado. A los gaditanos el coronavirus les parece de otra galaxia. Además de que las mascarillas son propias de la fiesta, pues entre lo más característico del Carnaval están las máscaras. Cualquier disfraz (incluso el de enfermos de coronavirus) se asume con natural jocosidad.

Superada la primera prueba, viene la segunda, que es la Semana Santa. ¡Atención! Sean prudentes y no mienten a la bicha. La Semana Santa, además de las procesiones, tiene un componente turístico muy fuerte en la provincia de Cádiz. Es cuando abren la otra mitad de los hoteles que habían cerrado en invierno. Aporta cientos de empleos, aunque sean temporales. Insinuar falsas medidas es mezquino y peligroso.

José Joaquín León