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AQUÍ tenemos otro tema bonito para nuestro alcalde de Cádiz, señor Kichi, y su pareja, la señora Teresa, siempre atentos a los conflictos del universo. Después de la gordobia ha aparecido la madrileñofobia. Consiste en el odio racial a los madrileños, a los que algunos tratan como si fueran negritos del África tropical, sorprendidos por error en un congreso del Ku Klux Klan. Todas las criaturas son hijos de Dios, independientemente del color de su piel, también los madrileños. Aunque estén presididos por Isabel Díaz Ayuso. Y aunque Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sean madrileños nacidos en Madrid, detalle que a veces se olvida. El problema es grave, porque se empieza convocando una pacífica protesta en Twitter y se termina derribando estatuas de madrileños.

El origen de la madrileñofobia viene agudizado porque el próximo día 21 los van a soltar. Es decir, les van a abrir las fronteras de su comunidad uniprovincial y podrán viajar por toda España y algunos países de la Europa en común. Aún se recuerda lo que sucedió la semana después de que no prohibieran la manifestación del 8-M, en la que enfermaron la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo; la ministra de Igualdad y consorte del vicepresidente, Irene Montero; la consorte del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, entre otras ilustres damas y algunas feministas del montón. No pudo asistir a esa manifestación Ana Pastor, la del PP, que lo anunció, pero ya tenía fiebre desde la víspera. Entre otros famosos madrileños contagiados, están su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, y el coordinador de todo lo que pasó, el doctor Fernando Simón, que también enfermó y le permitió algunos días de gloria a su suplente, María José Sierra, que salió desde el banquillo.

El origen de la madrileñofobia estuvo en lo que pasó el día después del 8-M. Cerraron las universidades y huyeron masivamente los estudiantes, en su mayoría a las dos Castillas (ver estadísticas). Se pidió que aislaran Madrid, por las muertes y contagios, pero no se hizo hasta el confinamiento general del 15 de marzo, lo que aprovecharon muchos para escapar. Después, durante el encierro, también han escapado algunos, no crean. El resultado final es que allí han muerto 8.691 personas de las 27.136 fallecidas en España, según las discutibles y paranoicas estadísticas del doctor Simón.

Ahora les abren la puerta, y aparece la madrileñofobia. Ellos no tienen la culpa de ser la capital de España y la capital de Madrid, con lo cual les tocan todos los políticos malos. Recuerden la parábola del buen samaritano, y vamos a tratarlos sin racismo. A falta de alemanes, sean bienvenidos.

José Joaquín León