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LA gente está loca de contenta, algunos incluso dando volteretas por las calles vacías del barrio de Santa Cruz. Mañana entraremos en la nueva anormalidad, llamada la nueva normalidad por el Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Andalucía vuelve a ser competente, y dependerá de las normas de Juanma Moreno y Juan Marín, que lo publicarán en el BOJA, si bien con las reservas del Gobierno, que no renuncia a contar muertos y cosas así. Entre los logros del nuevo momentazo, destacaría que ya no hay que desescalar nada, pues hemos llegado al fin de la cita y al fin del precipicio. Algunos negocios se han despeñado a tumba abierta, aunque no todos.

La gente que da volteretas por las calles vacías del barrio de Santa Cruz, o que pasea por la calle Hernando Colón donde no hay un bar abierto (antaño había bares abarrotados, con sus ovejas negras sin síntomas de rebaño), o que pasea por la Campana, en la que siempre hay algún coche de Policía de adorno, y les pasan sin mascarillas a menos de medio metro, pues esa gente se hace cruces, como si no se lo creyera. La calle de las Cruces también está vacía en el barrio de Santa Cruz.

Pero, ¡atención!, a partir del domingo levantarán la prohibición de viajar entre autonomías y ciertos países europeos. En el País Vasco, aunque tienen más muertos, han terminado la desescalada. Ayer se reunieron en la frontera Íñigo Urkullu y Miguel Ángel Revilla, para escenificar que los vascones pueden volver a la tierra de los montañeses. En Andalucía, no está previsto que Juanma Moreno acuda a Despeñaperros para abrazar a Emiliano García-Page, barón contra barón. Ni siquiera se dio el caso de que Juan Espadas se abrazara con Paco Toscano en Montequinto, el día que permitieron viajar entre Sevilla y Dos Hermanas. Momentos hubo en que no se podía viajar de Los Remedios a Triana.

Así que hemos mejorado, y ya no vemos cacerolas todas las tardes. Ahora hay cacerolas de caracoles, en algunos bares de los que han abierto con reservas. Y es verdad que en la nueva anormalidad no verán ustedes chinos de China (pero sí de Triana), ni japoneses de Japón (pero sí de Coria), y muy pocos turistas europeos que se animen a jugarse el contagio. No obstante, vamos progresando adecuadamente, a ver si aprobamos la selectividad. Y ha vuelto la Liga, con ambiente raro.

La nueva anormalidad de Sevilla se parece poco a la normalidad de antes. Aunque de ilusión también se vive, y del ingreso mínimo vital. Algunos van a vivir del aire, o de los sueños, pero todavía no se han despertado de esa pesadilla tan anormal.

José Joaquín León