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EL monumento de las Cortes debería ser un icono para Cádiz. No es el más bonito de la ciudad, pero sí representa un momento cumbre de su historia, cuando fue la capital de España. Y también la puerta de entrada de las libertades con la primera Constitución. Políticos que se las daban de liberales, como Albert Rivera, convirtieron este monumento en un referente sagrado para sus actos electorales. Venía en peregrinación, como se va a Santiago de Compostela para abrazar al Apóstol. Bueno, todo eso era antes del coronavirus. Ahora el Ayuntamiento admite que el monumento de las Cortes necesita una restauración. Y están buscando la colaboración de la Junta y el Gobierno. Con plantones y detalles finos por medio.

Recordemos que este monumento no es tan antiguo. Fue construido entre 1912 y 1929, al cumplirse el siglo de la Constitución. Sus autores fueron el arquitecto Modesto López Otero y el escultor Aniceto Marinas, que ganaron el concurso convocado. Sin entrar en consideraciones artísticas, es evidente que el deterioro se debe parcialmente a estar expuesto al aire libre y a los elementos de todo tipo (incluidas las palomas y otros animales irracionales). Sobre su calidad constructiva se podría debatir.

En 2012, con motivo del Bicentenario, fue restaurado. Eso es lo que dijeron, si bien los trabajos realizados por Ars Nova, como ha recordado su responsable, Fabián Pérez, se limitaron a una limpieza a fondo, además de un tratamiento de los sillares de piedra caliza y figuras de bronce. Pero sin consolidar la estructura, ni reponer los detalles de piedra arenisca que se han perdido. Esta restauración fue elogiada, aunque también criticada por quienes apreciaron un contundente celo blanqueador en las labores de limpieza. Rara es la restauración que deja a todos satisfechos, sin llegar a casos tan extremos como el del Ecce Homo de Borja.

Más preocupante es lo que puede suceder ahora. Lo más importante es: ¿qué entienden por una restauración integral? Si están pensando en reconstruir los relieves y poner nuevos rostros a las figuras desmejoradas, eso no es restaurar, según los criterios actuales, que son más conservativos. Si se trata de reinventar o de remodelar figuras, no es materia de restauradores, sino labor de escultores, como lo era Aniceto Marinas (maestro de Juan Luis Vassallo), que es el autor de lo que hay, mientras no llegue otro a enmendarle la obra.

En todo caso, es obvio que el monumento necesita un estudio previo y bien fundamentado, antes de tocar nada.

José Joaquín León