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TERMINÓ la temporada alta de playas, empieza el otoño y es la hora del balance. Ha sido un año muy raro con el coronavirus y la mascarilla para pasear por la orilla. Una de las curiosidades en las playas gaditanas es que los perros de Camposoto han tenido mejores servicios que los seres humanos de la playa de la Victoria. Las autoridades municipales se han vuelto majaretas y pasa lo que pasa. Lo que ha pasado es que en la playa canina de Camposoto les instalaron duchas para que se asearan. Mientras que en la playa de la Victoria suprimieron las duchas y los lavapiés de las personas humanas para evitar contagios del Covid 19. Es decir, que los perros isleños se han podido duchar gracias a la alcaldesa Patricia Cavada y los humanos y humanas no se pudieron lavar los pies en Cádiz por culpa de Kichi. ¿Eso es científico?

En Cádiz no se sabe quién asesoró a Kichi para evitar que la gente se lave los pies. Un sector de la gente es irreductible, y en vez de lavárselos donde siempre, ya que no había agua, subían las escaleras y se los lavaban con el chorrito de las fuentes para beber. Yo lo he visto, enfrente del Burger King.

¿Y en San Fernando qué me dicen? El Ayuntamiento tuvo que reprender a los vecinos, incluso utilizando sus perfiles oficiales de redes sociales. Resultó que los humanos y las humanas de la playa de Camposoto se lavaban los pies en las duchas para los perritos y perritas. Es decir, haciendo trampitas. Privando a los seres caninos de sus superiores privilegios. La ducha es para los perros, no para los humanos. Sólo faltó que Patricia Cavada publicara un bando.

El animalismo no se sabe a dónde llegará. Antes se hablaba de vivir como un marqués y de llevar una vida perra. Pero ahora los marqueses no pueden lavarse los pies en la playa de la Victoria, aunque sus perros de raza podrían ducharse en la de Camposoto.

¿Y qué me dicen de los mosquitos? Hemos tenido víctimas con el virus del Nilo, y como esto siga así no sé a dónde vamos a llegar. ¿Se ha fumigado en Cádiz? Los expertos en plagas que fumigaban en Coria y en La Puebla del Río decían que eran respetuosos. Como si pidieran perdón para cargarse a un mosquito que propaga el virus del Nilo.

Una maría me lo dijo en la playa Victoria: “Señor, yo soy sorda, pero no entiendo por qué quitan los lavapiés”. Yo le contesté: “Señora, yo veo con gafas, pero tampoco lo entiendo, porque la gente se ha llevado media playa a sus casas y en invierno dirán que falta arena y la ponga Costas”. Luego se le vio el plumero: “Desde que no está Teófila, hasta los perros de Camposoto viven mejor”.

José Joaquín León