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LAS viviendas turísticas se deben regular en Cádiz con coherencia. Es uno de esos asuntos en los que deberían pactar todos los partidos locales para fijar una postura en común, que sea beneficiosa para la ciudad. Las viviendas con fines turísticos (VFT), como se las llama ahora, parten de una contradicción de origen. Las viviendas deben ser para que residan en ellas sus propietarios, o bien para que las alquilen a otras personas que necesitan un piso en la ciudad. Los turistas pueden encontrar acomodo en hoteles, hostales y pensiones. También en apartamentos con fines turísticos, que están legalmente contemplados y regulados. Pero eso no es lo mismo que destinar un piso particular a la competencia con los hoteles.

El Ayuntamiento ha presentado un estudio de Ibermad, según el cual en Cádiz hay 1.509 viviendas turísticas, de las cuales 1.224 están legalizadas y 285 no. Puede que haya más. Es un buen diagnóstico (más o menos, se sabe lo que hay), pero falta lo difícil, que es el tratamiento. Martín Vila, como delegado de Urbanismo, ya dijo que quería limitarlas en zonas del casco histórico y permitirlas en otras donde apenas existen. Pero es difícil que los turistas se alojen en pisos de Trille, La Paz, Guillén Moreno o El Cerro del Moro. Esas viviendas, en su mayoría, eran de protección oficial. A nadie se le ocurrió que sirvieran para el turismo.

La demanda de viviendas turísticas en Cádiz crece en las zonas saturadas. Es decir, en donde hay hoteles. La demanda de pisos turísticos busca precios baratos, más privacidad, incluye grupos de amigos, despedidas de solteras y solteros, etcétera. La zona de San Francisco y Mina es la que soporta más carga. Según los datos manejados, supone el 11% de toda la ciudad, algo más de 100 viviendas turísticas. En esa misma zona, y no por casualidad, están algunos de los mejores hoteles urbanos de Cádiz.

Las viviendas turísticas compiten contra esos hoteles, pero también contra los demandantes de alquiler, a los que encarecen los precios. Cádiz, en materia turística, no es como Barcelona, ni como Madrid, ni como Sevilla, ni como Málaga. Ni siquiera como Córdoba o Granada. Hay que adaptarse a la realidad gaditana. Por eso, lo sensato sería que la apuesta del turismo no crezca por ahí, sino aumentar la oferta con nuevos hoteles, que tienen bastante margen para crecer. Y permitir viviendas turísticas sólo en edificios de apartamentos con ese fin.

En los próximos años, esta regulación será muy importante para Cádiz. Cuidado con los errores, porque no salen gratis.

José Joaquín León