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LA Carrera Nocturna del Guadalquivir es un gran acontecimiento. Como pasa con todos los grandes acontecimientos locales (por ejemplo, la Semana Santa, la Feria, etcétera), la gente se queja por los cortes de tráfico. Todavía no se han enterado de que el tráfico sirve para cortarlo los días señalaítos. La Nocturna se corre sin sol, como su nombre indica, pero ciertas zonas ya están cortadas a las tres y media de la tarde, una hora en la que todos los viernes se sufre circulación densa en Sevilla. En este caso, ha coincidido con la inauguración del Lagoh, con una novillada de San Miguel en la plaza de toros de la Real Maestranza, y con otros eventos. Ya que se corta, pues se hace de una vez y para todos. Es mejor un día colorados que 200 sin tranvía.

La Nocturna tiene su guasa. Algunos la corren con disfraces, como si fuera una fiesta de Carnaval o de Halloween. La Nocturna es como la Fiesta del Otoño. Se celebra el primer viernes otoñal. Según los datos que ha suministrado el concejal David Guevara, en nombre del Instituto Municipal de Deportes, este año han participado corredores y corredoras (ellas ya van por el 30%) de 46 provincias y 26 países.  Han adjudicado unos 25.000 dorsales, y como han pagado 5,50 euros cada uno, han ingresado en torno a 137.500 euros. A cambio, los presuntos atletas reciben algunos regalitos, entre ellos una camiseta que es ideal para salir de paseo a trotar, para las rutas de senderismo rural, o para recorrer algún camino de los de Santiago.

Una carrera de 8,5 kilómetros la puedo correr hasta yo. Conste que yo corro todas las semanas, por eso lo digo. Esta carrera no es como el maratón. Sucede que en la Nocturna van a varias velocidades y algunos a ninguna. Deambular entre 25.000 criaturas no es sencillo, aparte de que hay niveles. Los primeros van como motos y los últimos como la tortuga que nunca adelanta a la liebre. Pero ¿y lo bien que se lo pasan, ¿y los saltos que dan?

La Nocturna no recorre el Guadalquivir, sino la ronda histórica. La Nocturna empieza junto al río (o sea, la dársena) y después ya se va en busca de la muralla de la Macarena y las puertas que no existen, hasta que concluye en el paseo de las Delicias. Es un recorrido bonito. Sin embargo, los corredores habituales están marginados con respecto a los ciclistas. El recorrido de la Nocturna debería tener un carril de running durante todo el año. Pero en los 364 días restantes correr por ahí es un suplicio, sobre todo en la segunda parte del circuito. Nadie se queja.

Cabrera lo debería asumir: la noche de la Nocturna es el verdadero Día sin Coches.

José Joaquín León