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EL Cádiz perdió en Albacete, en la última jugada. Esta vez tuvo la desgracia de los campeones. Después de un partido con muchas sombras, llegó al final en predisposición de ganar y sin pasar peligro atrás, ante un rival cansado. Pero en Segunda las confianzas pueden ser mortales. Un despiste y un error defensivo, cuando faltaba medio minuto para que el árbitro pitara, fue aprovechado por Zozulia. La racha de los amarillos fue frenada, pero es triste caer así. Faltó el punch de otros partidos y lo pagaron muy caro.

La principal novedad en la alineación del Cádiz estuvo en el doble pivote. Ante las ausencias de Garrido, lesionado, y José Mari, sancionado, apostó Cervera por Bodiger y Edu Ramos. Ambos dejaron mucho que desear. Muchos problemas del Cádiz vinieron por su inutilidad para frenar las oleadas del Albacete.

Precisamente los dos pivotes rivales eran Karim Azamoum y Eddy Silvestre. Dos futbolistas que salieron del Cádiz y que ayer superaron a Bodiger y Edu. De hecho, en la segunda parte, el Cádiz mejoró cuando fue sustituido Bodiger, y aún más cuando salió Edu Ramos y debutó Jurado el recuperado. Karim y Eddy, en la primera parte, jugaron a su antojo. No se entendía por qué dieron la baja a Karim, que incluso estuvo a punto de marcar un golazo. En el Albacete también jugaba Kecojevic, y al final Acuña, todos motivados por su pasado.

El Cádiz no creaba peligro arriba. El centro del campo estaba roto. Los balones se perdían con facilidad y todas las contras se malograban. Menos mal que el coraje de Fali y la colocación de Cala permitían mantener a raya a Zozulia. Los ataques del Albacete amagaban, asustaban, pero sin dar. El 0-0 del descanso pareció un buen resultado.

Con el discurrir de los minutos, mejoró el Cádiz con los cambios y se empeoró el Albacete con el cansancio. El canterano Sergio González cumplió, excepto en la última jugada. Y cuando entró Jurado se notó la diferencia. Por fin había un futbolista amarillo capaz de provocar faltas, pasar el balón, y jugar con sentido.

En los últimos minutos estaba más cerca el gol del Cádiz que el del Albacete. La mejor oportunidad la tuvo Iván Alejo, que estaba con las revoluciones alteradas. Se plantó solo ante Tomeu Nadal y chutó al bulto, cuando tenía todo a su favor para marcar. Iván Alejo remata sin ton ni son.

Al Choco Lozano no le llegó un balón en condiciones. Era  el único delantero cadista que sabía rematar entre los presentes en el campo. El árbitro López Toca, en los últimos minutos, tocó casero y se comió dos faltas clamorosas a Iván Alejo (que se ganó la tarjeta por sus protestas) y a Lozano (en una jugada  peligrosa).

Faltó picardía para el último minuto, con una inexplicable sucesión de torpezas encadenadas. Espino no llegó para estorbar el centro de Pedro Sánchez, y lo peor fue que Sergio González saltó y se lo comió, facilitando que Zozulia cabeceara a placer.

El castigo fue demasiado duro. Debería servir para entender que cualquiera no puede hacer de Garrido. Y para no caer en confianzas hasta el último pitido.

José Joaquín León