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SON poco más de las 11 de la mañana del día 9 de diciembre de 2019, en la playa de la Victoria, de Cádiz. Festivo en Andalucía, para que algunos no trabajen durante cuatro días seguidos. Una pareja de forasteros, treintañeros o por ahí, viene desde el hotel Playa Victoria hasta el módulo central, que actualmente está cerrado y abandonado, rodeado de porquerías y restos de botellones por todas partes. La pareja hace un intento de entrar en la playa para pasear por la arena, pero se da la vuelta. La mujer le dice al hombre: “¡Qué asco de playa! ¡Hay que ver cómo la tienen!”. El hombre no le contesta, pero también parece horrorizado. Se van.

El puente de la Inmaculada no es temporada alta de playa. El día está nublado, sopla un ligero viento del norte, no hay nadie bañándose, ni sentado en la arena. Pero eso no justifica el abandono. Es una vergüenza para Cádiz que veamos así su playa en los días de la Cumbre del Clima. Estos que se las dan de ecologistas en acción y discípulos de Eddy Merckx mantienen la playa llena de botellas de vidrio, de bolsas de plásticos, de residuos que irán a parar al mar, a nada que cambie el viento o suba la marea.

¿Y de los guarros de los botellones qué me dicen? Parece que hubiera barbacoas, pero en diciembre. Tienen el pavimento del módulo central lleno de botellas abandonadas, de restos de comida, de evidentes signos de meadas y otras obras mayores. Yo no digo que todos sean así, pero algunos puede que hayan participado en las protestas juveniles por el mundo que les han dejado sus mayores. Dicen que no tienen futuro por culpa de Donald Trump, mientras ellos colaboran para ensuciar el presente.

A su lado está el Paseo Marítimo, donde hicieron unas obras para dejarlo peatonal y contribuir ecológicamente a que los chicos de los botellones tengan un futuro mejor. Pues bien, en ese paseo, hay una mierda que ya se pasa de la raya. Parece como si la mitad de los perros de Cádiz hubieran hecho sus necesidades más urgentes allí, en los últimos días. Y no sólo los perros, que conste, también el género humano ha contribuido muy activamente.

¿Para qué han remunicipalizado los servicios? ¿No podrían contratar a parados para limpiar? ¿Para eso hablan de energías renovables y de las multinacionales que ensucian los océanos? Es una vergüenza que sean tan hipócritas, cuando en Cádiz, sin ir más lejos, hay basura a punta pala. Ha sido una pena que Kichi no invite a la niña Greta al hotel Playa. Es posible que los del botellón de enfrente acudieran a vitorearla.

José Joaquín León