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LA rotunda victoria de Boris Johnson en las elecciones del Reino Unido certifica que el Brexit es inevitable. A excepción de los escoceses (son como los catalanes de allí), el respaldo es amplio, por lo que pueden esgrimir que los británicos han apoyado claramente la salida y no quieren un segundo referéndum. En Gibraltar, y en el entorno de su comarca, tendrá consecuencias. A partir del 31 de enero, la Verja delimitará una frontera, les guste o no. Las autoridades insisten en colaborar para evitar complicaciones. Pero, en Gibraltar, ya están valorando que deben procurar una menor dependencia de la mano de obra extranjera. El Gobierno de Pedro Sánchez ha actuado hasta ahora como si todo se mantuviera igual, pero con más bullas en la frontera. Es una insensatez.

Es necesario trabajar para que la nueva realidad resulte más beneficiosa para los españoles que para Gibraltar. En la Roca van a pelear para lo contrario, como es natural. Este caso, como he comentado otras veces, se parece al de China con Hong Kong. Lo que hizo China (y sigue, tras las protestas) es potenciar Shenzhen y el área del delta de la Perla, que rodea a Hong Kong, para crear nuevos focos de desarrollo y prosperidad. El Gobierno de España debe actuar para que esos 13.000 trabajadores (el número exacto es dudoso) no tengan que emigrar un día sí y otro también a Gibraltar.

Y eso pasaría por un plan especial de desarrollo para el Campo de Gibraltar. Un plan, que si fuera ambicioso, se ampliaría a la Bahía de Cádiz e incluso a la Costa del Sol malagueña. Para que los trabajadores no se vayan al paro necesitan alternativas potentes. El Brexit no sólo originará más trámites y retrasos en la frontera, sino un probable éxodo de empresas, a las que el paraíso de Gibraltar ya no les interesará como trampolín a Europa. En ese escenario, Picardo y las autoridades gibraltareñas tampoco se van a quedar con los brazos cruzados.

Hasta ahora la repercusión del Brexit para Gibraltar no se ha asumido con realismo por el Gobierno de Pedro Sánchez. Le parecerá una minucia, tiene otros problemas. Pero en el PSOE provincial le deben aconsejar que se lo tome más en serio. Vox ya va viento en popa, a las puertas de Gibraltar. No para iniciar la reconquista, pues el caballo blanco de Santiago está aparcado, pero sí para capitalizar el descontento que hay, y que aumentará por el camino que vamos.

Las medidas se deben adoptar para favorecer a La Línea y su entorno; es decir, para que en el futuro dependa mucho menos de Gibraltar. No lo hagan al revés.

José Joaquín León