ESTE hombre no escarmienta. Ya se comprobó el jueves, cuando por la mañana iba a decir que convocaría elecciones autonómicas, y por la tarde anunció un pleno para la independencia. Sólo le interesaba negociar lo innegociable. Ayer, una vez destituido, hizo una declaración solemne para no decir nada de lo que hará. Si es que lo sabe. Sólo quedó claro que no acepta la aplicación del 155, y que convoca a la gente “con paciencia y perseverancia” como si nada hubiera pasado. No te preocupes, Puigdemont, que también esto pasará, como escribió Milena Busquets, que es catalana. Ya te has pasado bastante. Y ahora vienen las consecuencias.

ES justo y necesario que se aplique el artículo 155 de la Constitución en Cataluña. Los culpables son ellos, Puigdemont, Junqueras y los independentistas, que hicieron todo lo posible por llegar al escenario que ahora lamentan. Rajoy lo dijo con claridad: el Gobierno no ha suspendido la autonomía catalana. ¿Pero está suspendida, o no? Pues sí, la autonomía catalana fue suspendida por Puigdemont, que tiró a la basura su propio Estatuto para recorrer el camino hacia la independencia. El Senado aprobará las medidas para que vuelva la legalidad. Entre ellas, está el cese del presidente y los consejeros de la Generalitat. ¿Por un capricho? No, porque se han situado fuera de la ley. Y no sólo eso: han inventado un nuevo escenario que es inconstitucional.

UNA de las consecuencias colaterales del proceso independentista catalán es que ha servido para resituar al PP, el PSOE y Ciudadanos en la política española. “Gracias, Puigdemont”, le podrían decir Mariano Rajoy, Pedro Sánchez y Albert Rivera, si se fijaran sólo en sus conveniencias. Pero no tiene gracia, porque hay demasiado en juego.  Por otra parte, se ha visto en estos días que Pablo Iglesias y Ada Colau, lejos de ser la solución blanca, son una parte sustancial del problema oscuro, y no lo deberíamos olvidar. En el futuro, seguirán comprensivos con los independentistas, porque les interesa cargarse el Estado; o sea, cargarse la España de hoy.

ASÍ que cuando estaban en lo mejor para ellos (para los independentistas, se entiende) llegó el gatillazo. Fue una gran decepción, que los revolucionarios desenfrenados de la CUP no le perdonarán. Cuando estaban a punto de alcanzar el éxtasis tan esperado, él se vino abajo, y dijo que no podía. Así que lo proclamaba, pero reconoció que lo suspendía, y que había llegado el momento de dialogar. A ver si la próxima vez le sale mejor. Uno de los expertos que mejor conoce este asunto, Josep Borrell, lo resumió en una frase profética tuitera: “Evitarán la tragedia, pero continuarán la comedia”.

HEMOS entrado en los días más filosóficos del procés. Con esto no quiero decir que Mariano Rajoy sea un nuevo Parménides, ni mucho menos que Carles Puigdemont se asemeje a Nietzsche. Tan sólo que toca pensar, después de los incidentes del domingo pasado, y de las urnas con más votos que votantes. Los exégetas de Rajoy han explicado que no está de brazos cruzados, como sospechan muchos españoles, sino que practica la Teoría de la Acción y la Reacción. Soraya lo tiene todo previsto, a pesar de la reprobación de Pedro Sánchez para ayudar. Se trata de responder con una reacción legal a cada una de las acciones ilegales. También se trata de no pasar a la acción con precipitación, porque entonces la CUP tendría la oportunidad de una reacción para afianzar la sublevación.