APROVECHANDO que son los días de Fitur, y rara es la autoridad que no ha viajado a Madrid, no se habla de otra cosa que de los turistas. Empezaron los empresarios en las vísperas (aquí hay vísperas de todo, incluso de Fitur), diciendo lo que dijeron, que es impropio de los empresarios, pues ellos se deberían organizar por el principio capitalista: cuanto más, mejor. El alcalde Espadas tiene la habilidad de decir un día una cosa y otro día lo contrario, según quien lo oiga. Con frecuencia, apuesta por el turismo de calidad; pero en Fitur (a donde todos van para presumir de cifras y batir récords), se inclinó por la cantidad. Y nos dejó una frasecita que le pasará factura: “En Sevilla caben más turistas”.

A ciertos forasteros de la turismofobia masificada (pero no tanto, según el alcalde) les sorprende que en Sevilla no exista un Museo de la Semana Santa. A pique del repique estuvieron en San Hermenegildo, ese edificio vistoso que se va a incluir en el pack de la Gavidia, como un regalo a cambio de la Comisaría. Pero desde que se fue Pasión de San Hermenegildo, para regresar a su sede oficial del Salvador, ese edificio está gafado. Y sobre todo parece evidente el desinterés por abrir allí un Museo de la Semana Santa. ¿Y saben por qué? Porque hay otros museos cofrades en Sevilla. Verbigracia: el de la Macarena.

ES curiosa la facilidad que tiene el Ayuntamiento para presentar las cuentas según le interese. Aparte de las negociaciones entre PSOE y PP, con el dilema presupuestario de Beltrán Pérez, el alcalde Espadas alcanzó un acuerdo con Javier Millán, el de Ciudadanos, para el IBI. Y mucho que se habló para bien de la rebajita del 3% en el IBI, pero se pasó de puntillas el mangazo de las casetas de Feria. Como quien no quiere la cosa, habían subido las casetas particulares, pasando de 580,32 euros por módulo hasta los 740,48 euros. Eso supone incrementar más del 27%. ¿Se imaginan la que se hubiera montado si suben ese porcentaje en otro impuesto o tasa municipal? Sería un escándalooo, que diría Raphael.

LA masificación está mal vista en Sevilla. Se despotrica contra la masificación de la Semana Santa y de la Feria, e incluso de la Navidad. Por supuesto, se lamenta que Sevilla viva de un turismo masificado. Pero, al mismo tiempo, se elogia el récord de visitantes en la Catedral, el récord de ingresos en el Alcázar (que tanto agrada al Ayuntamiento), el ranking de la guía Lonely Planet, o que los hoteles permanezcan con un alto índice de ocupación en agosto, cuando antes nadie venía a Sevilla y las habitaciones se ofrecían a precios tirados por los suelos. Existe como un desequilibrio: es un quiero ser rico sin turistas, pero no puedo.

LA empresa Bluesun, fabricante de Ariel y Ambi Pur, ha trasladado su sede a Alcalá de Guadaíra desde Mataró, según se publicó la semana pasada. ¿Vendrá una avalancha? Pocos días después del traslado de sedes de La Caixa y el Banco de Sabadell, el alcalde Espadas participó en un Foro Joly. A pesar de que se refirió a varios proyectos de los de toda la vida (como la línea 3 del Metro), la gente asistente le preguntó sobre todo por el traslado de empresas a Sevilla. Esto es, por el no traslado. ¿Por qué se han mudado tantas empresas a Madrid, que es la ciudad rival de Barcelona, y a Valencia, pero no vienen a Sevilla? Oigan, ya no estamos en los años de después de la peste.