ERA una Virgen diferente y humilde, que evocaba en su rostro los sufrimientos íntimos de su creador. Un hombre que había padecido la guerra y la posguerra, y que había sido estigmatizado, después de afrontar el sufrimiento en su vida y en la tragedia de su familia. Era una víctima de los vencedores, que después le levantaron el castigo. Pero le quedó un resquemor imborrable. Nunca pudo tallar lo que le parecían “muñecas bonitas”. Sus imágenes reflejaban la angustia sin matices, una Pasión sin tregua. Era su verdad, y eso también le valió un cierto aislamiento, las dudas de una Sevilla ajena a lo suyo, convencida de que el dolor es compatible con una Virgen guapa.

LA Nueva Inquisición ha puesto en el punto de mira a Carmen, la de Merimée, que es también la de Bizet. De modo que la cigarrera sevillana, como no es una mujer de nuestro tiempo (ya ni siquiera queda la Fábrica de Tabacos en Sevilla), sino del suyo, no puede ser representada como sus autores la concibieron, sino como a unos adaptadores biempensantes se les ocurra. Vamos camino del fundamentalismo a pasos agigantados, y no por motivos religiosos, sino por ideología política.

HOY se cumplen 25 años de la clausura de la Expo 92. Aquel 12 de octubre tuvo un color especial en Sevilla. Fue una jornada en la que hubo de todo: desfile militar, corrida de toros, recepción de los Reyes en el Pabellón Real y la ceremonia de clausura. El Rey Juan Carlos I, en su discurso, afirmó que “el gran impulso nacional del 92 ha mostrado la fuerza de España”. Terminaban las visitas a los pabellones, hasta llegar a 40 millones. A la ceremonia de clausura en el lago asistieron 100.000 personas. Cuando todo acabó, quedó el sentimiento de una pérdida irrecuperable.

SOBRE la calle Mateos Gago se han escrito ríos de tinta impresa. El barrio de Santa Cruz quedaría ennegrecido si se diluyera todo lo que se ha escrito sobre esta calle tan céntrica. Es poco original. Sin embargo, seguimos escribiendo sobre la calle Mateos Gago, porque el Ayuntamiento quiere arreglarla, y de vez en cuando ofrecen ruedas de prensa, como la de los concejales Antonio Muñoz y Juan Carlos Cabrera, para que se siga escribiendo y hablando de la calle Mateos Gago, que dentro de un año y medio será “semipeatonal”, y tendrá el tráfico muy restringido, y habrá menos veladores, y una plataforma, con las bendiciones de la Comisión del Patrimonio, que ya tiene el informe para estudiarlo.

EN estos días de traslados (me refiero a los de empresas, no a los de pasos), con la fuga de entidades de Cataluña, resulta lamentable que ninguna haya anunciado que se viene a Sevilla. Irse desde Barcelona a Madrid es jugarse los clientes catalanes para el día de mañana, aunque no sean independientes. Vemos contradicciones y rarezas. Lo del Banco de Sabadell de mudarse a Alicante es raro, desde el punto de vista geográfico, a no ser que se cambie el nombre. Y lo de Caixabank en Valencia, cuando las apuestas daban favorita a Palma de Mallorca, hace suponer que no se quieren ir lejos de Cataluña.