CON la ‘Ley de vida’ carnavalesca que ha presentado este año Antonio Martín se pone de actualidad algo que afecta a la esencia del concurso. ¿El Carnaval de ahora es como el de antes? ¿Somos respetuosos con los personajes históricos del Carnaval? Por contestarlo pronto: parece que sí, pero puede que no. En teoría, hay respeto por las viejas glorias, aunque por detrás se acuerdan de sus castas generacionales. El hecho de que existan viejas glorias (y que se considere entre ellos a Martín, que aspira a ganar otra vez) nos pone sobre aviso de que los mayores, a veces, son tratados con desdén. Sin entender que la ley de vida también se llevará por delante a esos muchachos tan prometedores.

En la agrupación de Martín están ilustres del Carnaval que triunfaron con él en otros tiempos (como Mac Gregor, Catalino, Caracol, Mayones y Pedro Ramos) junto a comparsistas curtidos y jóvenes. Recordar el Carnaval del siglo pasado, y hacerlo atractivo en el siglo XXI, es menos difícil de lo que parece. Se había visto con otros personajes, como la comparsa de Pedro de los Majaras, en aquella emotiva ‘Donde candela hubo’. Por eso, es bonito que se ponga de actualidad este año, cuando José Antonio Rico Segura (o sea, Pedro) es el pregonero del Carnaval.

El caso de Martín es memorable. Empezó como Antoñito en 1968, con ‘Los Mayordomos’, y 50 carnavales después es Don Antonio. Con el sombrero en la mano, o en la cabeza, puede volver a ganar, lo que sería insólito. Es muy difícil, por cosas que ya se verán en su momento. Pero el simple hecho de tener posibilidades, de estar arriba con un grupo en el que salen veteranos ilustres, demuestra que el viejo Carnaval no ha muerto, sino que se ha transformado para seguir. Quizá porque el Poscarnaval, con aquellos que alardeaban de juventud y nuevos estilos, se ha quedado estancado. Es tan monótono y repetitivo que se empieza a ver rancio. En los últimos años no ha surgido ningún gran genio.

Y esa es la diferencia con aquel Antoñito, que llegó al Falla cuando era un chaval de la calle San Vicente, que aprendió en El Gavilán viendo a las figuras del Carnaval. Hoy nadie quiere aprender, nacen sabidos. Por eso, no aguantarán medio siglo de Carnaval.

José Joaquín León