HA sido un acierto que el Carnaval de este año tribute un homenaje a Pepe Mena. No sólo porque fue el concejal de Fiestas en 1979, tras las primeras elecciones municipales democráticas, sino porque le tocó vivir la Transición y poner las bases del Carnaval contemporáneo. Mena era comunista, al viejo estilo, del PCE de Santiago Carrillo y Rafael Alberti, quiero decir. En el Carnaval fue un hombre coherente. Intentó adaptar la fiesta al pueblo gaditano, y no porque se le ocurriera a él, sino porque era el sentir generalizado, como se había comprobado con el traslado a febrero, que ya se lo encontró.

En la interesante entrevista que le hizo Tamara García, recordó cosas que no se deben olvidar. Para eso debe servir la memoria histórica, para conocer lo ocurrido. Pepe Mena recordó que en el Ayuntamiento había un cierto contubernio entre algunos funcionarios. El caso de los palcos del Teatro Falla fue como el de las casetas de la playa Victoria. Todo el mérito de esas gestiones no es suyo, sino que también influyó bastante el alcalde de entonces, que era el socialista Carlos Díaz.

Era una ciudad de Cádiz diferente, en la que había voluntad para democratizar las cosas. También entre las clases medias, los estudiantes y muchos profesionales liberales (en el sentido más amplio de la palabra), que apoyaron de lleno el Carnaval y participaron. Fue una apertura a todos, nada sectaria. Por eso funcionó.

Quizás, en este homenaje, a Pepe Mena le ha faltado explicar bien lo que ocurrió con la sustitución de la reina de las Fiestas Típicas y sus damas de honor, cuando inventaron la diosa y las ninfas del Carnaval. En contra de lo que suponen algunos y algunas, fue una decisión feminista y democrática. Trató de darle protagonismo a la mujer gaditana, acabando con el clasismo, y abriéndolo a todas. Nadie las consideraba floreros, ni era un gesto machista. Fue otro acierto de Pepe Mena, aunque hoy en día hasta él mismo ningunee lo que hizo. Evidentemente, son otros tiempos.

José Joaquíun León