EN ciertos sectores gaditanos existe la impresión de que el Museo del Carnaval no le interesa a nadie. Es decir, se trataría de algo de lo que se habla mucho, pero bajo el peso de una indiferencia generalizada. Pues parece obvio que si tuvieran verdadero interés, ya estaría abierto; y se podría visitar hoy, mañana, o pasado. También influye que se ha utilizado como un arma arrojadiza entre los políticos de los diferentes partidos, y entre los carnavaleros más reivindicativos.

Ahora la Junta y el Ayuntamiento han vuelto a ponerlo sobre la mesa, en la reunión de Susana Díaz con Kichi. Pero es natural, después de lo ocurrido, que siga el escepticismo. Los primeros y mayores defensores de este museo fueron los autores de la Asociación de ídem, en los tiempos de José Antonio Valdivia. Insistieron mucho al Ayuntamiento. En los tiempos de Teófila en la Alcaldía aparecieron  dos proyectos que se presentaron a la opinión pública, con sus diseños y todo. Uno fue el del concurso de ideas que ganó el arquitecto Rafael de Giles, que supuestamente sería construido en la plaza de la Reina, en el barrio de La Viña. Otro, más reciente, poco antes del Bicentenario, fue el proyecto realizado por arquitectos municipales para ser construido en el solar del antiguo Cine Terraza, a la vera de Correos, en plena Plaza.

Ambos escenarios eran buenos. Ambos edificios no existían y se debían construir. Ambos proyectos fueron  vapuleados, porque no gustaban. Ambos se fueron al garete. Además, el Ayuntamiento y la Junta se pelearon. A partir de ahí, cada partido proponía un edificio diferente. Cinco partidos tenían cinco propuestas.

Ahora dicen que el lugar ideal es el Palacio de Recaño, junto a la Torre Tavira. Es uno de los lugares que propuso un sector del PSOE en otros tiempos. No se ha observado un entusiasmo excesivo ante tal iniciativa. Porque no le interesa a nadie; o porque hay hartura de tantos proyectos que después se olvidan.

A pesar de todo, para el Carnaval sería bueno tener un museo. No sólo para exhibir su historia, sino para ofrecer actuaciones y mantenerlo con vidilla todo el año. Atraería a forofos, aficionados y curiosos. Sin embargo, es imposible un acuerdo. Se ha convertido en un ejemplo más de la división entre los gaditanos y entre los carnavaleros.

José Joaquín León