SE ha terminado 2016, que para el Cádiz fue el año del cambio. No sólo por el ascenso a lo que ahora se llama La Liga 1/2/3 (antes Segunda División), sino porque la trayectoria deportiva y la gestión del club permiten aspirar a un futuro mejor. El proyecto de Locos por el Balón se tambaleó en 2016, con las discrepancias entre Manuel Vizcaíno y Quique Pina, pero lo recompusieron, aunque sea porque tienen un matrimonio de conveniencia. Esa es una de las claves de la mejoría. En la parte deportiva, el Cádiz tiene una estructura heredada del Granada, con Juan Carlos Cordero; es decir, de un club al que dejaron en Primera antes de recalar en el Cádiz sin tapujos.

En la estructura social y deportiva, el Cádiz ha crecido. Sin embargo, es cierto que el ascenso a Primera División no es una obligación, porque lo principal es consolidar una estructura que evite nuevos fracasos, como los que devolvieron al Cádiz al pozo de la Segunda B. Allí ha estado a punto de ahogarse. Y, como dice Pina, el ascenso a Primera sería como si a un pobre le toca la lotería, o algo así. Pero si el pobre es listo, a lo mejor consolida su fortuna.

El Cádiz está cuarto. Si analizamos con objetividad lo sucedido, se verá que podría haber ganado algunos puntos más, pero que ha conseguido otros con suerte. En el balance, no nos podemos quejar de la fortuna. Y los árbitros han tenido oscilaciones. Esperemos que se consolide un mayor respeto. Aunque nunca te puedes fiar. La mayoría son caseros, por eso fuera parecen más peligrosos.

Álvaro Cervera ha sido un entrenador precavido, que en un momento determinado supo reaccionar cuando se debilitaba el proyecto, para enderezarlo y remontar. Es cierto (ya se vio en los partidos de la fase de ascenso) que tienen una flor, o incluso una maceta de flores, pero eso es bueno. A los entrenadores gafes es mejor tenerlos en otros equipos. Álvaro ha conseguido motivar e incentivar a la plantilla. Eso es lo que no supo hacer Claudio Barragán cuando resultaba más necesario.

Por supuesto que todo no es perfecto. La clasificación está inflada, en el sentido de que el Cádiz no tiene una plantilla con calidad suficiente para luchar por el ascenso. Por el contrario, hay al menos cinco jugadores que sobran (sin incluir al hermanísimo que se fogueará en el filial). Hay que tener en cuenta que algunos titulares no aguantarán 42 partidos de Liga a su mejor nivel. Y aunque ya han sumado 30 puntos, faltan 23 partidos, que son más de los ya disputados. La conclusión es una obviedad: los refuerzos en la defensa, el centro del campo y la mediapunta son imprescindibles. Y si Pina y Cordero aciertan en los fichajes es posible que el Cádiz se clasifique entre los seis primeros y pueda disputar el tercer puesto de ascenso. Porque conseguirlo directamente, y quedar entre los dos primeros, suena a utopía.

Reforzar las estructuras y la cantera es necesario. La cesión de Juampe (que tiene futuro) parece un acierto. Esta categoría es muy dura. Véase lo que le ha sucedido al Nastic, que la temporada pasada estuvo a punto de ascender a Primera y ahora es el colista. Evitar otra caída en el pozo es, por supuesto, lo más importante.

José Joaquín León