SE rompió la racha triunfal del Cádiz con un borrón inesperado. El Valladolid se llevó los tres puntos de Carranza con menos méritos que otros equipos a los que se ganó. Les bastó con defenderse bien, cerrar espacios y aprovechar el regalo de Reyes con retraso que les hizo Alberto Cifuentes. No se puede minimizar la importancia de ese error, sin tampoco cargarle a él todas las culpas. Porque los recursos ofensivos, la puntería y hasta la suerte de otros partidos  se echaron en falta. Por ser positivos, recordemos que el Cádiz termina la primera vuelta con 33 puntos. Y que iba por el buen camino.

Las estadísticas en las tres últimas temporadas demuestran que el Cádiz ha acusado casi siempre las ausencias de Garrido. Y que su absurda cesión al Racing de Ferrol coincidió con una mala segunda vuelta. Eso es el pasado. Pero en el presente hay que valorar que ayer se le echó en falta, al sumarse a la lesión de José Mari. Aunque Eddy Silvestre lo intentó, y estuvo mejor que en otras ocasiones, casi siempre recurrió a pases de poco riesgo. Abdullah, por su parte, estuvo lento, no consiguió conectar con los delanteros, y se quedó fundido, por lo que fue cambiado cuando se le necesitaba.

El partido iba por derroteros normales. La típica igualdad de la Liga 1/2/3. El Cádiz se pudo adelantar pronto, con un cabezazo de Salvi al travesaño, y Ortuño no consiguió remachar a gol. Sin embargo, al cuarto de hora, un chut lejano de Jordán se lo tragó el portero Alberto Cifuentes, concediendo un gol. Tiene mucho crédito por su aportación de la temporada pasada y de ésta, pero en Elche también le ocurrió algo parecido con el marcador en 0-0.

El Valladolid disparó a puerta sólo tres veces en todo el partido. Le bastó con eso para ganar, porque supo cerrar los espacios, evitar los contragolpes y echarse atrás en la segunda parte. Ese tipo de juego no favorece nada al Cádiz. La mejor ocasión la tuvo Rubén Cruz, poco antes del descanso, pero la salvó el portero vallisoletano Isaac Becerra, que además salía a blocar el balón en todos los córners, sin esperar en la cueva.

El Cádiz, en la segunda parte, lo intentó de todas las maneras y no le salió de ninguna. Rubén Cruz jugó de mediapunta, de extremo derecho cuando suplió a Salvi, de segundo delantero en algunos momentos y de medio cuando fue relevado Abdullah. Es decir de todo y de nada. Ortuño completó uno de sus peores partidos. Sólo dispuso de una ocasión. Tampoco Güiza consiguió ser el revulsivo, ni Aitor cuando salió después, ni siquiera Santamaría, que dispuso de unos minutitos. A pesar de la acumulación de delanteros no crearon peligro en los últimos minutos. Faltaban ideas en el centro del campo y no llegaban buenos centros por las bandas.

Se vio que este Cádiz tiene carencias. Cuando llegan los contratiempos se echa en falta a esos refuerzos que aún deberían llegar. La categoría está muy igualada, por lo que no cabe ni una mínima confianza. Igual que otras veces ganó el Cádiz sin hacer demasiado, ayer el Valladolid se llevó tres puntos limitándose a no dar facilidades. Terminó la primera vuelta. Significa que vamos por la mitad y que no será fácil.

José Joaquín León