UNO de los tópicos del fútbol dice que los campeones ganan incluso cuando juegan mal. Al Cádiz le pasó en Málaga, donde pudo conseguir un triunfo relativamente cómodo y se complicaron el resultado en la segunda parte. El partido estaba para ganar por 0-3, y sin sufrir. Sin embargo, tuvieron mucha suerte, porque el Málaga, en su reacción final, creó suficiente peligro para empatar. Al Cádiz le da igual regalar el balón, pero fallaron pases de un modo inmisericorde, hasta terminar sólo con un 25% de posesión. Esos fallos perjudicaron, porque en la segunda parte sí sufrieron.

La ausencia de Garrido se notó, especialmente en los momentos de agobio. Cervera, al principio, optó por situar a Álex con José Mari en el doble pivote, y jugar con Lozano y Nano en ataque. En teoría, un planteamiento más ofensivo, aunque la estrategia fue similar a lo habitual: defender y correr.

El Málaga inquietó poco en la primera parte. El Cádiz avisó pronto con un cabezazo de Lozano que salvó el portero Killyan. Después el equipo cadista (que otra vez vistió como la bandera pontificia, de amarillo y pantalón blanco, y volvió a darle suerte) creó poco peligro en ataque. Nano Mesa peleaba, pero estropeó dos contras prometedoras por situarse en fuera de juego. Además, el árbitro Ávalos estaba casero, sobre todo al penalizar las faltas para evitar contras con tarjetas. Al Málaga le perdonó dos muy claras. En la segunda parte, el árbitro evolucionaría a la normalidad.

El 0-1 llegó tras revisarlo el VAR. Fue una buena jugada de Salvi, que remató el Choco Lozano. La revisión llegó porque Nano Mesa se empeñó en remachar el balón, en la raya, cuando entraba y él estaba en posición dudosa. Por poco, pero lo tocó dentro, y él estaba en posición legal, según las imágenes del VAR. El Cádiz se salvó de que le anularan un gol por una tontería.

En la segunda parte se vio otro partido. Parecía como si el Cádiz ya lo diera por ganado en el descanso. Renunciaron por completo a mantener el balón y fallaban todos los pases. Otro detalle estadístico: el acierto en los pases de la mayoría de jugadores del Málaga fue de más del 80%, sin que ninguno del Cádiz llegara al 70%. No se puede regalar tanto, incluso en jugadas fáciles y sin rivales.

Hubo momentos de agobio. Nadie levantaba el muro de Garrido. El Málaga llegaba con soltura al área. Antoñín pudo empatar. Sin embargo, tras entrar Caye Quintana, en una primorosa jugada, consiguió el 0-2. Parecía que estaba resuelto el partido, pero no.

El Málaga se había desmoralizado y con la gente protestando contra el jeque. No contra los futbolistas, que luchaban. Empezaron con tres del filial, aunque con la camiseta malaguista había varios que han jugado en Primera. No se rindieron y marcaron en un despiste defensivo, tras un saque de banda. Antoñín cabeceó a su gusto.

Alberto Cifuentes estuvo atacado de los nervios en los últimos minutos, en los que un remate de Keko se estrelló en el larguero, y un balón se le escapó al portero con bastante riesgo. El pitido final llegó entre suspiros de alivio.

Demasiado sufrimiento para un líder, que sólo lo pareció en pocos momentos. Pero ganaron.

José Joaquín León