VICTORIA muy importante para el Cádiz, con luces y sombras. El equipo vuelve a tomar impulso en la carrera por el ascenso. Sin embargo, en Las Palmas, dejó sensaciones contradictorias, por no apuntillar al rival cuando estaba vencido, y por cometer errores inquietantes. Los canarios llegaron con peligro a la portería de Alberto Cifuentes, se hartaron de lanzar córners, y con algo más de puntería hubieran evitado la victoria del Cádiz. Con el 0-2, el partido estaba para decidirlo sin pasar apuros, pero el gol de Rubén Castro sembró inquietudes hasta el final.

El Cádiz salió en Las Palmas con dos delanteros, el Choco Lozano y Malbasic, ambos con pasado en el Tenerife. Pasaba Álex al pivote junto a José Mari, lo que aportaba un matiz más ofensivo al Cádiz. Los amarillos eran los locales, y manejaron el balón, buscando a Pedri, ese joven talentoso al que ha fichado el Barcelona. Pero los canarios estaban mediatizados por los malos resultados recientes y diezmados por las bajas.

Lo supo aprovechar el Cádiz, en una jugada de Malbasic, que miró y centró de rosca medido (algo insólito), para que Perea pusiera el 0-1. Lo que vino después se explica recordando que el resultado de los córners en el primer tiempo fue de 9-0 para los locales. Su inutilidad para rematar impidió males mayores. La defensa cadista tenía la novedad de Marcos Mauro, y a Fali nerviosísimo, largando zurriagazos a cualquier sitio.

El Cádiz no creaba peligro porque el juego se cargaba por la derecha, donde Salvi estropeaba una tras otra, y porque el Choco Lozano, no sé si tocado, seguía en su mala racha, pidiendo banquillo cuanto antes mejor.

Tras el descanso, se quedó fuera el Choco y entró Edu Ramos. Resultó peor, porque Las Palmas, con Varela, dio un paso adelante. Tuvo varias jugadas para empatar, una de ellas milagrosamente salvada por Alberto Cifuentes. Con los canarios lanzados y abiertos, Álvaro Cervera retiró a Perea y entró Iván Alejo, que hizo lo que no supo Salvi: retratar al lateral zurdo. Puso tres centros rematables.

El nuevo fichaje, Álvaro Giménez, fue determinante. El delantero máximo goleador de la temporada pasada falló un gol cantado, nada más entrar, por chutar donde estaba el portero. Pero es un jugador que sabe situarse en el área. En el minuto 72 le hicieron un penalti claro (antes hubo otro a Espino, que el árbitro Varón Aceitón no pitó). Cuando Álex marcó el 0-2 parecía que el partido estaba resuelto. Pero en los últimos minutos hubo síntomas de cansancio, quizá porque los tres cambios ya estaban realizados a falta de casi media hora. No le dieron la puntilla a Las Palmas, que concedía grandes espacios para las contras.

El Cádiz contemporizó, sin buscar otro gol. Entonces notaron las ausencias de Garrido y Cala. A falta de seis minutos, Marcos Mauro dejó que Rubén Castro rematara a placer el 1-2. Volvieron las dudas, el fantasma de la noche del Mirandés, y otros miedos. Pero hubo suertecilla para capear los intentos desesperados.

Tres puntos que animan a seguir luchando por el ascenso directo. El Cádiz, con los fichajes de invierno, tiene más argumentos arriba y los debe aprovechar.

José Joaquín León