DOS partidos seguidos perdidos. Dos partidos sin conseguir un gol. Dos partidos en los que el rival, marcando una vez, consigue la victoria. En Gijón se volvió a ver un Cádiz sin suerte y sin acierto, que está en los caminitos del cajonazo. Puede ocurrir lo mismo que en las dos temporadas pasadas. Van a menos, conforme avanza la competición, y están desperdiciando la ventaja. Pudieron llegar al descanso ganando y terminaron perdiendo. Por medio una niñatería impropia de un jugador veterano como es José Mari, que fue expulsado justamente. Ahí se vinieron abajo, aunque faltaba poco menos de media hora.

Era una noche para remarcar tendencias y pasó lo peor. Salió el Cádiz con un equipo en teoría ofensivo, en el que estaban Garrido y José Mari (ninguno de los dos acabó el partido), con Álex más suelto, y con dos delanteros, Álvaro Giménez y Nano Mesa.

Se vio desde el principio que ambos equipos necesitaban los puntos, aunque sin ocasiones demasiado claras. En el entorno de la media hora llegaron las oportunidades del Cádiz. Primero un disparo de Fali, en un saque de esquina, que desvió el portero Mariño. Después el cabezazo de Álvaro Giménez al palo, sin que Nano Mesa llegara a remachar.

Al descanso se llegó con el 0-0. Y la segunda parte sería lamentable, con un recital de impotencia tras un desajuste defensivo que costó el partido. El gol del Sporting llegó en el minuto 54, en una jugada previsible. Murilo elevó la cabeza y centró a la cabeza de Álvaro Vázquez, que remató sin que le estorbaran ante la mirada atónita e impotente del portero.

En ese lance y en los 10 minutos siguientes se consumó la derrota. Primero con la lesión de Garrido en esa jugada y la salida de Nano Mesa, que fueron relevados por Jurado y Choco Lozano. Y después, con la expulsión de José Mari, en el minuto 64, por llegar tarde y clavar los tacos a Pedro Díaz delante del árbitro Trujillo.

Ahí se acabó el partido. Se descompuso el Cádiz con la expulsión. El Sporting, que se encontró en ventaja sin apenas crear peligro, se dedicó a aprovechar la superioridad para perder tiempo y para buscar tarjetas ante el caserismo del árbitro, que no medía igualmente las faltas.

El tercer cambio fue el de Iván Alejo, que entró por Álvaro Giménez. El delantero estrella fichado en invierno sigue sin marcar, aunque lo intenta y no está teniendo suerte. En los últimos minutos, con uno menos y después con Salvi tocado, el Cádiz no fue capaz de generar ni una sola jugada de peligro. Lamentable capacidad de reacción de un líder que se está viniendo abajo en febrero.

Tan preocupante como la derrota es la sensación de impotencia. El gol por defender mal y la expulsión por una necedad se sumaron a la inoperancia del ataque y a la dificultad para combinar alguna jugada coherente. Pensar que un equipo que juega así puede ascender suena a utopía.

Estamos en el momento clave de la temporada. No es lo mismo quedar primero o segundo que del tercero al sexto. Parece que no se dan cuenta. El Cádiz-Almería del próximo sábado es algo más que un partido contra un rival directo.

José Joaquín León