EL regreso a Carranza nos dejó un partido raro. Desde el estadio sin público al desarrollo de un fútbol que ya dura más de 100 minutos, que tiene dos parones para descansar cuando hacía 20 grados de temperatura, y que permite hasta cinco cambios por cada equipo. Si por Álvaro Cervera fuera, le hubieran venido mejor seis o siete. El Cádiz estuvo confinado en su peor versión hasta el minuto 80 de partido, completamente superado por el Rayo Vallecano. Sin embargo, consiguió empatar, y en la última jugada pudo ganar. En esas dos acciones se hizo presente Iván Alejo, un futbolista diferente, al que se debería aprovechar mejor.

En estos partidos de la mini Liga, lo de menos es el once titular. Hay tiempo para rectificar. La alineación inicial del Cádiz tenía novedades, como la presencia forzada de David Gil en la portería, o la de Quezada como lateral zurdo. Este futbolista tuvo la mala suerte de lesionarse antes del descanso y obligó al primer cambio, con la entrada de Fali como central, mientras Rhyner pasaba al lateral.

La primera parte del Cádiz fue para olvidar. El doble pivote de Edu Ramos y José Mari falló clamorosamente. Ni cortaban ni creaban. La táctica consistía en enviar balones largos a Nano Mesa, al que le pitaron cuatro fueras de juego en los primeros 20 minutos. Uno de ellos falso y tres verdaderos, por no saber colocarse. Así no se puede jugar a las contras. A Perea lo sacrificaron para cambiarlo en el descanso, y Salvi estuvo trotando sin ton ni son.

Ese Cádiz desdibujado consiguió llegar al descanso con el 0-0. El Rayo tenía el balón como si fuera suyo, pero sin acierto en el ataque para imponer su superioridad, que a ratos era estrepitosa. Lo intentó arreglar Cervera en el descanso con la entrada de Choco Lozano e Iván Alejo. Sin embargo, el gol del Rayo fue duro para el Cádiz. Lo marcó Trejo en el minuto 52, tras un jugadón, en el que dejó en evidencia a Edu Ramos dos veces. A eso se unió que Fali no acertó a despejar. El central falló ahí, pero después mejoró. Su recuperación anímica es esencial.

El partido se hubiera perdido definitivamente de no ser porque David Gil salvó dos goles, en dos paradas de mérito. Poco a poco se veía que el Rayo, físicamente, iba a menos. Tampoco es que el Cádiz fuera a más. Pero la entrada de Álvaro Giménez resultó oportuna. Permitió, retrasar a Álex, que estaba perdido en tierra de nadie.

Según pasaban los minutos apareció varias veces Iván Alejo. Es un futbolista alocado, que no se para a pensar, y por eso mismo tiene una espontaneidad capaz de lo mejor y de lo peor. Lo mejor fue la jugada del gol, cuando le sirvió el balón a Álvaro Giménez, que acreditó sus dotes de matador en el área. Estaba solo, pero había que marcarlo. Y lo peor llegó en la última jugada del partido, con un Rayo con diez y boqueando, tras un error defensivo, en el que Iván Alejo se quedó solo, con Jurado aún más solo, y no supo resolver.

Se terminaba ahí un partido que estaba para perderlo, que se empató y que se pudo ganar. Vamos a ver qué pasa en los 10 partidos que faltan. Es muy importante recuperar la confianza y que Cervera acierte. Ayer fue rectificando, hasta que le sonó la flauta.

José Joaquín León