CONSIGUIÓ empatar el Cádiz en el estadio del líder. Un punto de mérito, porque el Levante es el principal favorito para el ascenso. Un punto bien trabajado, porque el líder nunca estuvo cómodo. Por el contrario, cuando arriesgaron y expusieron más, fue cuando el Cádiz los pudo sorprender al contragolpe. Quizá con un poco más de convicción arriba, el Cádiz hubiera dado la campanada. En realidad, la mejor ocasión del partido la tuvo Ortuño, pero el portero Raúl le sacó el disparo a bocajarro.

Volvió a jugar el Cádiz con la camiseta verde, que lleva ahora una buena racha con la victoria en Lugo y el empate ante el Levante. Puede ser que al tener un color camaleónico descontrole al rival. La intensidad del Cádiz hace que el fútbol espeso predomine en los partidos. El Levante no se encontró  cómodo; dominó porque le cedían el balón, como es habitual. Sus pocas ocasiones de gol llegaron en jugadas aisladas, casi por casualidad.

Esta vez Álvaro Cervera situó a Güiza como titular, a Nico Hidalgo en el extremo derecho y a Garrido recuperando su sitio. En el primer tiempo el Cádiz jugó con cierto temor, renunciando casi por completo al ataque. Un balón al que no llegó bien Alvarito, a la media hora, fue el único argumento ofensivo. Pero el líder no asustaba. Movía el balón con lentitud e imprecisiones. El buen trabajo defensivo del Cádiz fue la clave de este partido. Alberto no necesitó estar tan providencial como otras tardes. Destacó la seguridad, una vez más, de Aridane, que es un auténtico valladar, infranqueable por arriba y por abajo, bien secundado por Sankaré. Y también por Garrido, que tácticamente es una garantía. José Mari, a su lado, parece más eficaz, aunque no terminó de conectar con los delanteros.

Las bandas mejoraron, sobre todo la izquierda, donde Luis Ruiz está más sólido y tuvo el apoyo impagable de Álvaro, que cuajó un partidazo, arriba y abajo, al centro y adentro. Sólo le faltó un gol. Por la derecha, Carpio tuvo aciertos y dudas, a pesar del apoyo de Nico. Mejoró claramente en los últimos minutos, cuando ya habían entrado Aitor y Rubén Cruz para aportar más oxígeno arriba y frenar al Levante.

Fue una pena que Güiza, siempre imprevisible, no culminara alguna de las jugadas que intentó; o aquel remate de Ortuño que le salvó el portero; o aquella gran jugada del delantero, que Rubén Cruz no supo resolver. Al Cádiz le faltó un poquito de punch arriba para ganar. Aunque es indiscutible que también pudo perder. Y que jugó con fuego, a veces sin necesidad. Sigue la rifa de balones, que no obstante fue menos peligrosa que en otros partidos.

El Cádiz ya tiene un estilo, con aspectos positivos y con detalles ingenuos. Por ejemplo, llevarse el balón a la banda en la última jugada, que era una falta lateral peligrosa, después de la cual se sabía que el árbitro Alberola pitaría el final, porque la hora estaba cumplida. Así se desperdició una  ocasión de gol. Pero les daba igual, porque habían buscado un punto y ya lo tenían en el bote. La buena racha sigue. A ver si dura ante el Alcorcón, un rival directo.

José Joaquín León