DECÍAMOS antier que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el vicepresidente Pablo Iglesias, así como el alcalde Kichi en la ciudad de Cádiz, deberían ofrecerse voluntarios para vacunarse públicamente, y dar un buen ejemplo a los negacionistas. Es sabido que más del 55% de los españoles son partidarios de que no se vacunen ellos, sino otros, para ver qué pasa. Hay más partidarios de ser los últimos que de ser los primeros. El presidente Sánchez se ha arrancado con garbo, y le dijo a Pedro Piqueras en Telecinco que está dispuesto a vacunarse en público, si eso ayuda a que los españoles dejen sus recelos. Sánchez ha dicho “aquí está el tío”. Confirmando que le gusta ser el niño en el bautizo, el novio en la boda… ¿Y el difunto en el entierro? No, eso no. Pero le hace tilín tener su cuota de protagonismo.

Al vacunarse Pedro el primero, y Pablo el segundo, esas imágenes darían la vuelta al mundo. Y si se vacuna Kichi el primero en Cádiz ya verán ustedes lo que dice la gente. Observen que cualquiera se puede convertir en famoso o famosa, como en el Gran Hermano que consagró antaño a Ismael Beiro, y que ha creado escuela en Telecinco (a donde también fue Pedro Sánchez) y en otras cadenas de televisión. Ya son mundialmente conocidos la señora Maggie y el señor Shakespeare por haberse vacunado los primeros en el Reino Unido. En España pasará igual.

Joven o viejo: la oportunidad de convertirte en influencer está ahí, gracias a las vacunaciones. Y se podría ampliar el elenco de los voluntarios con Paula Echevarría, Dulceida, Belén Esteban, Olvido Hormigos, la familia Pantoja, y tantos otros y otras que alegran las veladas confinadas de este país, donde los allegados están mal vistos. Por lo que pudiera pasar, y por sus consecuencias, no sólo sanitarias, sino de diversa índole.

En Cádiz hay que ofrecerlo también a los influencers locales, y singularmente a los del mundo del Carnaval. Si los vacunamos a todos, podrían competir sanamente en el Gran Teatro Falla sin contagiar a nadie. Y lo mismo se podría decir de los capillitas, los cargadores y los que se van a quedar otro año sin Semana Santa. El alcalde no adopta iniciativas en ese sentido, parece que sigue de baja paternal, como si se hubiera acostumbrado a desaparecer de la vida pública. Aparece y desaparece cada cuatro años; y como siga así, no va a parecer un alcalde sino el río Guadiana.

Hay que conseguir el objetivo: vacunar a todos los gaditanos y gaditanas antes del verano. ¡Viva el rebaño y su inmunidad! Una Caleta sin mascarillas es posible. Aunque la Navidad se la han cargado.

José Joaquín León