LOS buenos gaditas se rasgan las vestiduras porque se van a quedar sin actividades en Carnaval y en Cuaresma. Pasa lo de siempre: está muy bien la prevención, yo la defiendo, pero si nos vamos a encerrar en casa, que obliguen (y no sólo lo recomiende el consejero Aguirre) y que sea para todo. Y, además, hay que graduar y medir los casos. Se deben evitar tajantemente actos multitudinarios, a los que asisten en Cádiz grandes concentraciones de personas. Por ejemplo, los actos callejeros del Carnaval o las procesiones de Semana Santa. A ellos acuden cientos de personas, que no guardarían las distancias de seguridad, ni habría policías suficientes para controlarlo.

 

Vamos a empezar por el Carnaval. Nuestro alcalde Kichi, en este asunto, está procediendo con buen criterio. A pesar de su afición, ha entendido que organizar las Galas Carnavalescas del Gran Teatro Falla es absurdo en estos momentos. Sería como un sucedáneo del concurso del COAC, en un año en el que se ha suspendido. Unas galas se pueden organizar más adelante, en cualquier momento del año.

El Carnaval tiene su leyenda de indisciplina y anarquía, pero no es para tanto. En la regulación de sus actividades para 2021 lo están haciendo bien. No pueden cantar nuevos repertorios porque no han ensayado a causa de las circunstancias. Si los coros, comparsas y chirigotas se han sacrificado, los romanceros, las callejeras y todo lo de andar por ahí deben hacer lo mismo. Y si organizan algo, de tipo cultural, debe ser con cautelas, con sosiego, y con aforos controlados.

La Cuaresma no es exactamente lo mismo que el Carnaval, sino más bien lo contrario, desde el punto de vista litúrgico. No obstante, en el tratamiento de actividades externas, es igual. Si no hay agrupaciones callejeras, no puede haber conciertos de agrupaciones musicales. Si el coro de Julio Pardo no canta en la Plaza, la Borriquita no puede ir a la Catedral desde San José. No porque sea lo mismo, sino por el control del público.

Y ahí es donde entran otras dudas. ¿Tiene sentido suprimir un triduo o una misa de hermandad, sabiendo que el aforo no se va a llenar? Hay que tener mucho cuidado con las suspensiones y no ser más papistas que el Papa Francisco. Más peligro presunto que en un templo con 50 personas puede haber en los centros comerciales, o en las terrazas de algunos bares aunque tengan mesas de cuatro contertulios.

Además, dentro de un mes y medio, no se sabe si estaremos mejor o peor. Hay que ser prudentes, sí, pero sin adoptar decisiones apresuradas. ¿Nos vamos a encerrar para todo? ¿O no? Esa es la cuestión.

José Joaquín León