NADIE se debería hacer ilusiones sobre el supuesto acuerdo que han alcanzado el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía para dar por clausurado el cementerio de San José en Cádiz. Una cosa es que firmen un documento y otra que aquel lugar tenga un futuro beneficioso para la ciudad. Entre todos los jaleos que tiene Martín Vila, con el Urbanismo y la Memoria Histórica, el del cementerio es de los más irresolubles. Y tampoco se estropeará su palmarés por ese asunto, pues desde 1992 han gobernado en el Ayuntamiento gaditano el PSOE, el PP y Unidos Podemos, sin que se haya puesto orden y decoro en ese espacio gafado.

Quizás el fallo viene del origen. Es una obviedad que en Cádiz no había espacio para ampliar el cementerio. La solución del traslado al Mancomunado de Chiclana era le mejor de las posibles. Se puso de ejemplo para solventar el caos de la Bahía, pero se demostró que era más fácil poner de acuerdo a los muertos que a los vivos. Poco más se ha mancomunado, sin olvidar que en otros municipios de la Bahía siguen teniendo sus cementerios vivitos y coleando.

Aún así, el cementerio de San José era un inconveniente. Cuando se construyó, no existía el turismo en su dimensión actual, ni Cádiz se parecía a lo que hoy es. San José era un barrio periférico, algo así como lo que es ahora el polígono del Río San Pedro. Por ello, con el cementerio, se privó a Cádiz de una de las mejores zonas de expansión. Y no tiene arreglo. Nadie querría un hotel en el cementerio, ni unos pisos en el cementerio. Allí todo es gori gori, pues el gaditano y la gaditana saben de lo que estamos tratando.

El parque que algún día se construirá puede que lo vean nuestros tataranietos. Los parques en Cádiz suelen ser colonizados por los propietarios caninos, como ha pasado en Varela, donde también tenemos recuerdos de antepasados, con resultados indignos de evocar en este día de los Fieles Difuntos. Si no se respeta el recuerdo de los gaditanos de Gadir y Gades, tampoco es seguro que se comporten civilizadamente con nada ni nadie que se quede en San José.

Lo más triste del cementerio es que gafó los alrededores. A su vera está la peor zona del Paseo Marítimo. Tampoco han funcionado las promociones de pisos, hasta el punto de ser la zona de más delicada expansión del barrio de San José. En fin, que por el cementerio y sus cercanías casi todo es una pena, como si el yuyu (y no me refiero a José Guerrero Roldán) se contagiara. Se puede afirmar, y no es exagerado, que la gente huye de la muerte. No hay prisas.

José Joaquín León