EL Paseo Marítimo de Cádiz es algo más que un paseo. Es el recorrido que bordea las playas en la zona del turismo de sol. Es también esencial para la hostelería. Es como la columna vertebral de las playas de Cádiz. Incluso es importante para el tráfico. Por consiguiente, no se debe acometer una chapuza que empeore lo existente. Y, a la hora de mejorarlo (que es posible y necesario), se debe tener mucho cuidado para no causar daños irreparables, o de difícil reparación. También es cierto que todo el Paseo Marítimo no funciona igual. Incluso hay una zona entre Asdrúbal y el Cementerio donde prácticamente no existe.

El Paseo Marítimo actual fue una de las principales obras que se hicieron en tiempos del alcalde Carlos Díaz. Entonces no había tantos fondos europeos, pero se encontraron con el rescate del puente Carranza. Esas obras permitieron remodelar el paseo y la playa de la Victoria. Suprimieron las antiguas casetas, se perdió la zona llamada de las Olitas, se acabó un cierto costumbrismo castizo, pero se ganó en racionalidad para tener una buena playa urbana.

Después, durante la etapa de Teófila Martínez en la Alcaldía, siguieron una línea continuista con las reformas anteriores. Y, por los motivos que sean, no realizaron la mejora a fondo del Paseo Marítimo en la zona tortuosa,  que es la antes mencionada de los alrededores de San Felipe. Se quedó pendiente porque había una cuestión añadida, que es el carril bici. Es necesario acometer esas obras  en simultáneo .

No se puede engañar a la gente: para ampliar el Paseo Marítimo hay que suprimir aparcamientos y hay que reducir la calzada. Se trata de elegir entre los peatones, los corredores de running y los ciclistas (de una parte) y los coches (de otra). Un Paseo Marítimo ampliado, con doble dirección de tráfico, no es posible. Puestos a elegir, parece más conveniente quitar territorio a los coches, como ocurrió en el tramo del Hotel Playa a Cortadura. Aunque esto también supondrá una pérdida en la zona azul.

Martín Vila debe tener en cuenta que iniciar unas obras para ganar medio metro, según se publicó, parece una chapuza innecesaria. Y colocar unos artilugios para subir la altura del pretil es discutible. Podemos crear allí una Santa Bárbara (sin mirador), sólo para tapar el mar. Lo mejor para no caerse por el pretil es que los estudiantes de Erasmus no se emborrachen, y tener cuidado con los niños traviesos. Tampoco se caen 20 desgraciados todos los días. Precipitarse con las obras también puede ser peligroso.

José Joaquín León