LA ciudad de Cádiz se ha estremecido con los asuntos sociales del Carnaval. Entre los muy acuciantes problemas (como el alumbrado navideño) que amenazan nuestro futuro inmediato, se nos ha colado uno nuevo, al parecer gravísimo: la elección del presidente del jurado del Carnaval. Desde que llegó a la Alcaldía González Santos, que procedía del Callejón de los Santos (santos laicos, por supuesto), se había activado el frenesí participativo. Consiste en que la buena gente participe en todo, sin que decidan nada. Por ello, parecía normal que el presidente del jurado del Carnaval sea elegido por todos los gaditanos y gaditanas (mediante un referéndum telemático, o algo así). Sin embargo, será decidido por el propio alcalde González Santos, o la concejala María Romay, por el sistema de Digital Plus.

 

Recordaremos así los tiempos de los dedócratas, que fueron buenos. Ya lo decían Miguel Villanueva, el Poleo, Jorge Ayala, Gómez, Emilio Rosado, Martín Periñán, los Fernández-Repeto, Marcos Zilbermann y demás: “Aquí no pasa ná, esto es un cachondeo porque todos los cargos y nombramientos han sido a deo”. El estribillo no era para ganar el Premio Loewe de Poesía, como José Ramón Ripoll, pero caló hondo en el pueblo gaditano. Hasta que ha ocurrido esto, que hemos vuelto a los dedócratas.

Ante una afrenta tan grande, que puede alterar la sustancial convivencia entre la ciudadanía de Cádiz, la oposición no se podía quedar de vacaciones. Y así salieron Vicente Sánchez (PP), María José Rodríguez (PSOE) y María Fernández Trujillo (Ciudadanos) para protestar muy duramente. Por el contrario, María Romay le ha echado las culpas al Patronato, que para eso está. Y propone crear una bolsa de candidatos a presidente del jurado. Esto es verídico.

Yo le ofrezco una propuesta mejor. Todavía más bonito sería copiar el sistema de los Reyes Magos: crear la Asociación de Presidentes del Jurado, presidida por Paco Moya (que tiene experiencia en esas entidades), y que elijan entre los candidatos de la bolsa a los reyes magos, digo a los presidentes del jurado, que en realidad son como los reyes magos, pues reparten oro (a los que se forran), incienso (a los premiados), mirra (a los salvan la temporada) y carbón (a los cajonazos). Y ya de paso, podrían elegir a las estrellas de oriente, digo a las ninfas.

A todo eso, fíjense que nadie habla de las ninfas este año. ¿Por qué será? Pronto lo sabrán. Los problemas del Carnaval nos tienen soliviantados. Tampoco debería extrañar, porque así se disimulan otros.

José Joaquín León