HE dejado pasar un día de silencio, con el máximo respeto y sin ausentarme, a diferencia de los otros camaradas cuando el finado o la finada no son de los suyos. Fidel Castro era un personaje importante, aunque ya desfasado. Con su muerte se cumple un trámite, que es dar por liquidado el siglo XX. Fue un tiempo con dos guerras mundiales, con la guerra civil española, con dictadores fascistas y comunistas, con golpes de Estado y revoluciones. En ese contexto vivió Fidel Castro, que ya era un anacronismo. Hasta los comunistas se han borrado el nombre de sus partidos, por vergüenza, o por disimular. Fidel fue su ídolo, en otros tiempos.

Como suele pasar con todos los dictadores viejos, al final se apaga la lucecita y algún tiempo después se terminará su obra, pero ellos ya estaban terminados, porque cada dictador es él y su circunstancia. Fidel Castro vivió en una Cuba que había sido un territorio de España hasta 1898. Es decir, había pasado menos de un siglo desde que dejaron de ser españoles. Y cuando los norteamericanos intentaron utilizar la isla en su provecho, crearon el caldo de cultivo ideal para Sierra Maestra y todo lo demás. Y en eso llegó Fidel. Sirvió de ejemplo revolucionario para cierta izquierda que aún miraba con simpatías al comunismo soviético.

Fidel fue un revolucionario machote que derivó en dictador, como suele pasar con todos los machotes. El siglo XX fue de muchos machotes, de Lenin, de Hitler, de Franco, de Stalin o de Fidel. Por eso los franquistas no veían mal del todo a Fidel, que les parecía “un tío machote”, aunque con el problema de ser comunista, a diferencia del Gran Machote, que era el Generalísimo. Pero se decía entonces que Fidel no estaba aburguesado ni amariconado, como esos demócratas de Inglaterra o Francia. Además, era de origen gallego, como el otro. Y como Fraga, que fue amigo de Fidel. Los gallegos se entienden entre ellos, a pesar de todo.

En Cádiz le deberíamos estar agradecidos. Gracias a Fidel, y a lo que montó en Cuba, James Bond vino a Cádiz. Convirtieron el Campo del Sur en el Malecón, y utilizaron el Castillo de San Sebastián, y Halle Berry se bañó en la Caleta. Se sabía que Cádiz era como La Habana. Y no por casualidad.

Los últimos años de Fidel Castro fueron más relajados. Se reunió con Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, los tres últimos papas. En eso se diferenció de Eva Tubío. Limó asperezas con los yanquis, gracias a Obama. El materialismo dialéctico se había derrumbado. Si hay una vieja política, la de Fidel se le quedó viejísima.

José Joaquín León