EN la provincia de Cádiz ha llovido sobre mojado, sobre todo en Vejer y Conil. Una vez que escampó, mientras se valoran los daños, hay que preguntar por el origen del problema. ¿Por qué se convirtieron esos núcleos habitados en zonas catastróficas? En La Janda se registraron 78 intervenciones de los Servicios de Emergencia en viviendas, y se estima que decenas de familias se han quedado sin un hogar habitable. El delegado del Gobierno, Antonio Sanz, en su visita a las zonas afectadas, reconoció que pudo ocurrir una catástrofe mayor y que fue milagroso que no hubiera víctimas. Pero no basta con resignarse, o pensar que pudo ser peor.

Lo primero, y principal, fue que cayeron casi 200 litros de agua por metro cuadrado en apenas tres o cuatro horas. No es frecuente que eso ocurra; por lo que las consecuencias tampoco se lamentan todos los años. Sin embargo, no es imposible que pueda ocurrir, y eso obliga a adoptar medidas consecuentes para el futuro. Nuestra provincia tiene núcleos de alto riesgo, zonas con muchas papeletas para ser catastróficas en casos de temporales fuertes.

Si se analizan los lugares donde se han registrado daños, se comprobará que son los de riesgo especial por ubicación y circunstancias, como La Barca de Vejer o El Palmar, o parajes de El Colorado y del término de Conil. Algunos de esos lugares tienen el riesgo multiplicado por un urbanismo caótico o por unas obras públicas deficientes, con carreteras chapuceras que no pueden absorber una lluvia torrencial, además de un insuficiente mantenimiento de ríos y arroyos, que complican el panorama cuando aumentan sus caudales.

El nivel del temporal es difícil de precisar. Hasta influye la mala suerte. Según el delegado de Medio Ambiente, Ángel Acuña, en dos días llovió un 25% de lo que suele caer en un año en Vejer. Pero el urbanismo churretoso que existe en varios núcleos rurales de la provincia (singularmente en los costeros) no es casualidad. En la costa de Conil, de Vejer y de Barbate se han cometido tantas barbaridades que ya son difíciles de atajar, igual que en ciertos núcleos de Chiclana. Hay una maraña de casas ilegales y caminos tortuosos que necesitan una ordenación urgente, aunque sea para evitar situaciones como las del pasado fin de semana.

Con razón se puede declarar a ciertos lugares de la provincia de Cádiz como zona catastrófica. Pero no sólo por los elementos desatados, que causaron daños a tantas familias, sino por la dejadez para atajar un urbanismo anárquico que no sale gratis.

José Joaquín León