POR culpa de las discrepancias entre el Gobierno central y la Junta de Andalucía están organizado un disparate de transportes en la Bahía de Cádiz. Y lo peor es que será muy difícil de enmendar ese entuerto. Todo parece gafado, empezando por la estación de autobuses de Cádiz. Pero la principal referencia es el tranvía de la Bahía, una inversión de 200 millones de euros (con fondos europeos) que va camino del fracaso. Primero se montó la bronca en San Fernando por lo que hicieron en la calle Real. Y después se ha visto que el gran conflicto está en Cádiz.

¿Por qué? Por no haber previsto una continuidad de la vía del tranvía hasta la capital, por empeñarse en utilizar las vías del tren de Renfe. ¿Y cuál es la solución? Desde luego, no será la que anunció la delegada de Fomento, Gemma Araujo, que suena a parche. Inventarse un apeadero provisional en el Río Arillo, para hacer transbordos desde el tranvía al tren de Cercanías, es lo que se conoce en Cádiz como una carajotada. Por decirlo sin rodeos, más que nada. Para ir de Cádiz a San Fernando (y viceversa) nadie se subirá a ese tranvía, ya que se llega antes en el Cercanías directamente.

Por lo demás, hay expertos en la materia que no son partidarios de que el tranvía recorra las vías del tren. No era un caprichito de Renfe, sino una duda razonable. Está en juego el sistema de transportes. Con una medida equivocada de ese tipo se pueden cargar para siempre la alta velocidad. También hay que sopesar cómo afectaría a otros proyectos de mercancías para el Puerto de Cádiz. Y establecería duplicidades con los trenes entre Cádiz y San Fernando.

Es probable que el error venga desde el origen. Había que conectar a Chiclana con el resto de la Bahía. Quizás hubiera sido mejor (y puede que más barato) hacerlo a través de las vías ferroviarias existentes. Lo peor es que ya no tiene arreglo. Tampoco es de recibo desperdiciar una inversión tan costosa. Y limitar el tranvía a un recorrido Chiclana-San Fernando no justifica el gasto.

Trasladar el muerto nonato a Renfe, a ver si lo resucita, es una fórmula de emergencia. Todo apunta a que estamos en vísperas de un gran escándalo, o de otra gran decepción. Prolongar una vía del tranvía propia hasta Cádiz hubiera sido lo más eficaz, aunque no lo más barato. Es lo que había antes, cuando se viajaba en tranvía de Cádiz a San Fernando, un ratito a pie y otro andando.

Los antiguos tranvías fueron suprimidos porque estorbaban. Puede que el nuevo se convierta en otro estorbo. Incluso para los políticos que no saben gestionarlo.

José Joaquín León