HA sido muy comentado, entre los partidarios y detractores del alcalde de Cádiz, el nuevo look constituyente. Me refiero a la imagen que aportó el alcalde, más en plan señor González Santos bien maqueado que en plan compañero Kichi con camisa de leñador, como ha recibido recientemente en su despacho de la Alcaldía a ciertas visitas oficiales. El look constituyente resultó reconstituyente, aunque no del todo constitucional. Los del PP le afearon que no sonara el himno español en ese acto. Sin embargo, también es verdad que se izó la bandera roja y gualda, como correspondía a la celebración del día. Para algo que hace medio bien valoremos que pudo ser peor.

ESTABA esperando el momento oportuno para pedirlo, que es ya: Salvemos a las ninfas. Este Ayuntamiento del cambio se ha creído que el feminismo consiste en el aprendizaje técnico de las habilidades que sugirieron en el Centro del Palillero y en cargarse a las ninfas. Ya lo intentaron el año pasado, por la misma cara, y les salió mal. Esta vez lo están intentando de nuevo, amparados en el silencio oficial, por la vía de los hechos consumados. No han gestionado nada (lo que resulta habitual) y no han convocado el concurso, en el que el año pasado también se vieron dudosas prácticas, aunque más basadas en los juegos infantiles.

EN la noche del pasado domingo muchos gaditanos se acongojaron. La lluvia arreciaba con estrépito. No es la primera vez que escribo del Cádiz veneciano, que es mayormente el de ciertas zonas del casco antiguo: esa carrera oficial de las inundaciones que forman las calles San Francisco, Nueva, Cristóbal Colón, el paseo de Canalejas, la plaza de España, ciertas esquinas del barrio de La Viña, alguna que otra del Mentidero... Los videos y fotos de esas calles inundadas (en las que se añora la presencia de góndolas) son muy bonitos y poéticos. A temporal pasado, por supuesto. En el momento de las inundaciones no tienen ninguna gracia. Hay unas constantes que nos hacen ver que Cádiz no sería tan veneciana si les diera la gana.

POR culpa de las discrepancias entre el Gobierno central y la Junta de Andalucía están organizado un disparate de transportes en la Bahía de Cádiz. Y lo peor es que será muy difícil de enmendar ese entuerto. Todo parece gafado, empezando por la estación de autobuses de Cádiz. Pero la principal referencia es el tranvía de la Bahía, una inversión de 200 millones de euros (con fondos europeos) que va camino del fracaso. Primero se montó la bronca en San Fernando por lo que hicieron en la calle Real. Y después se ha visto que el gran conflicto está en Cádiz.

EL caso del agua contaminada de Loreto siempre me pareció demasiado sórdido. Un ejemplo de lo que ahora se ha dado en llamar el oportunismo populista. Un cutrerío a conciencia. No hay un asunto más sensible que la salud de las personas físicas. Sin embargo, aquí todo se ha reducido al politiqueo. El caso del agua contaminada originó perjuicios a los vecinos de Loreto; aunque también es cierto que el Ayuntamiento del PP, cuando reaccionó, intentó atenderlos para paliar en parte esas molestias. En términos estrictamente sanitarios, en Cádiz fue más grave el caso de las tortillas contaminadas del bar Grimaldi de la Plaza, porque hubo decenas de hospitalizados y hasta un muerto, cuya vinculación con aquel caso aún está por ver. Sin embargo, el caso del agua de Loreto, por su repercusión social en una barriada de Cádiz, ha sido más llamativo.