LA gente que está fuertemente catalanizada, tras desayunar pa amb tomaquet y calzarse la barretina, dice: “Este Gobierno ya no sabe qué inventar para que no se hable de los indultos”. Ahora hemos vuelto al eterno debate de las pensiones. Primero proclamaron que el Gobierno de Pedro Sánchez ha cerrado un acuerdo con los sindicatos y empresarios, a mayor gloria de los pensionistas que han conseguido sobrevivir a la pandemia. A pesar de que muchas personas de 65 años y otros sexagenarios todavía no han recibido la segunda dosis de AstraZéneca. ¿Es para reducir el número de pensiones? Eso dicen las malas lenguas, pero no se lo crean. Para reducir las pensiones, ya está el ministro Escrivá, según los días.

Con el acuerdo de las pensiones pasará lo mismo que con el ingreso mínimo vital y el recibo de la luz. Tiene su letra pequeña. Parece una cosa, pero es otra. Y así el ministro Escrivá dijo que es necesario un esfuerzo de la generación del baby-boom. O sea, los que nacieron entre 1960 y 1975, en las postrimerías del franquismo, cuando a la gente le dio por procrear, aprovechando que no había campañas del póntelo y pónselo. Muchas de esas criaturas se han pasado la vida cotizando, y ahora les dicen que deben hacer un esfuerzo, cuando gracias a ellos, y a los de la generación anterior, la caja de las pensiones tenía superávit, hasta que se la fundieron por culpa de no seguir con el baby boom. Con el destape, la ley trans y el botellón, hay mucho ruido, pero pocas nueces. El sistema necesita más criaturitas.

Pero al día siguiente, el ministro Escrivá dijo que no, que había tenido un mal día, y dijo eso sin querer decirlo, por decir algo. Se había liado, como tantos ministros de pitiminí. Pedir sacrificios a los sesentañeros, cincuentañeros y cuarentañeros resulta políticamente incorrecto. Ciertamente, el sistema está pervertido, por culpa de las prejubilaciones paradisiacas que concedieron a lo loco, tanto el PSOE como el PP cuando gobernaron. Prejubilaciones con las que aliviaron las listas de parados mayores de 50 años, mientras castigaban el sistema de pensiones a medio y largo plazo. Por eso ahora es una utopía que otra generación les vuelva a llenar la hucha.

El sistema actual es mejorable. Se basa en desincentivar el trabajo. Lo normal es que cobres más si te jubilas que si quieres seguir trabajando a los 65 años. En España trabajar está muy mal visto. Pero la culpa es de los Gobiernos, no de los pensionistas. Y son los gobernantes quienes deben buscar nuevos incentivos para retrasar la jubilación.

José Joaquín León