CASI todos los sondeos electorales coinciden en un detalle importante: el PSOE de Pedro Sánchez está en auge y se desinfla el Podemos de quién sabe dónde se esconde Pablo. En el barómetro del CIS, aunque sea tan poco fiable, el PSOE más que duplica a Podemos e Izquierda Unida (33,3% frente al 14,5%). No sabemos si lo frenarán con la última ocurrencia, que es denominarse Unidas Podemos, para atraer el voto feminista. Todo parece indicar que Pedro Sánchez, con la bolita mágica de su gurú Iván Redondo y los sondeos utópicos del amigo Tezanos, ha montado un chiringuito no tan endeble como se le suponía. Ya se le considera el favorito para el 28 de abril.

EL PP mantiene con Vox una relación de estupefacción. No esperaban que consiguieran unos resultados tan sorprendentes en las elecciones andaluzas. Además, el PP (y Ciudadanos) se han beneficiado inesperadamente de ese éxito, que les ha permitido alcanzar la presidencia de la Junta y desalojar al PSOE del poder por vez primera en la autonomía. Al PP le ha ocasionado una parte mala (un resultado flojo, con 26 escaños) y una parte buena (aún así, ya tienen la presidencia de la Junta). De modo que el fin conseguido justifica los medios de la pérdida de votos. Sin embargo, es un espejismo, porque al PP le perjudica la existencia de Vox.

LA  fecha escogida por Pedro Sánchez para las elecciones es una cacicada electoral. Obliga a los españoles a ir dos veces a las urnas en menos de un mes: 28 de abril y 26 de mayo. Una decisión que cuesta alrededor de 130 millones, según las estimaciones realizadas. Si hubiera sido al revés, dirían que la derecha se gasta 130 millones de euros por sus intereses electorales, en vez de dedicarlos al gasto social, la sanidad y la educación. Pero como lo hace el PSOE resulta magnífico, no se lo van a criticar. A eso se suma (después de la intentona frustrada del Domingo de Ramos) que van a utilizar la Semana Santa para la campaña. Un periodo de celebraciones y vacaciones en el que los españoles se interesan poco por la política.

EN estos momentos, el problema de España es Pedro Sánchez. Le exige a Maduro que convoque elecciones en Venezuela, mientras él es capaz de todo con tal de mantenerse en el poder. Ha llegado al límite de 48 horas de locura, para buscar su supervivencia en la Moncloa hasta 2020. No entiende que ha llegado el momento de que establezca la hora de España, que no es dejarla con el horario de invierno o el de verano, sino poner las cosas claras a quienes la quieren romper y a quienes se quieren pasar el Estado de Derecho por detrás, pidiendo sin rubor a un presidente del Gobierno que intervenga para cambiar la sentencia de un juicio histórico.

LAS encuestas del CIS de Tezanos ya no se las cree nadie. Siempre sale Pedro Sánchez en torno al 30% de los votos y los demás muy lejos. En las elecciones andaluzas se equivocaron rotundamente, no intuyeron lo que ocurriría. Sin embargo, hay un hecho incontestable, que complica las encuestas y ha convertido la política española en una caja de sorpresas: los partidos se han fragmentado. Ahora todos tienen al enemigo en casa. Cada partido viene a ser como dos partidos; algunos incluso tres. Es un campo de batalla de lucha abierta. En las próximas elecciones municipales, el carisma de los candidatos puede ser determinante.