EL otoño se presentará caliente, según todas las previsiones. Uno de los globos sondas que han lanzado en agosto, aprovechando la temporada de playas, es la subida de impuestos. Podemos ha pedido al PSOE más ingresos para facilitar el aumento de gasto público. Pero no sólo para más asesores y más enchufados, no, también más sanidad, más educación y más excusas para colar lo uno con lo otro. Aunque Pablo Iglesias está ausente, con permiso de paternidad, sus heraldos han anunciado que esto lo pagarán los banqueros y los ricos. La sorpresa llega cuando se ha sabido que los nuevos ricos de Podemos son todos aquellos contribuyentes que declaran más de 60.000 euros en el IRPF.

EL master de Pablo Casado se ha convertido en un asunto de Estado. Se hablaba de los inmigrantes que llegan de África a manojitos con Pedro Sánchez, y de aquel comentario suyo, cuando ya lo habían pintado como el niño bonito de José María Aznar. Pero entonces se supo que una muchacha compañera suya decía que le habían regalado un master. ¡Anda, tía, qué suerte! La jueza Carmen Rodríguez-Medel envió el asunto al Supremo. Se habla de la responsabilidad penal (nada menos que penal) de Pablo Casado. Le están haciendo una publicidad espantosa a los masteres. En el siglo XX un aprobado general se consideraba un chollo, pero ahora puede ser hasta prevaricación. Y surge una pregunta inquietante: ¿es bobo Pablo Casado?

EL verano es el tiempo de las fantasías, las ilusiones, los divertimentos, los sofocos, los golpes de calor… Siempre hubo amores de verano, que resultaban embarazosos a veces; pero ahora si te he visto no me acuerdo, cariño, cuando llegue el otoño. También había serpientes de verano, con noticias estrafalarias, casi increíbles, del tipo un hombre muerde a un perro, de las que ya abundan todo el año. Y este verano tenemos las encuestas, que gozan de las características jocosas y campechanas propias de la estación. Por eso, me sorprende la polvareda que ha levantado el primer barómetro del CIS de José Félix Tezanos, que augura una victoria del PSOE de Pedro Sánchez con casi el 30% de los votos.

LA moción de censura iba contra Mariano Rajoy, pero también contra Albert Rivera. La candidatura de Pablo Casado en las primarias del PP iba contra Soraya Sáenz de Santamaría, pero también contra Albert Rivera. Cuando el pasado 11 de julio acudió al Foro Joly Andalucía en Sevilla, el líder de Ciudadanos parecía tocado, aunque intentó disimularlo. Y ahora, más. Es lógico, porque las encuestas le situaban como principal favorito para ganar en caso de elecciones anticipadas. El PP y/o el PSOE estarían moralmente abocados a pactar con él, devolviéndole favores, si los superaba en votos. Y eso valdría para todos, también para Andalucía o para los ayuntamientos. Sin embargo, cuando se vote, ya no es tan probable que Ciudadanos se imponga al PP y al PSOE.

ALGUNOS dicen que este congreso del PP ha servido para que se convierta en un partido como los demás. Antes, con José María Aznar, el líder se ponía a dedazo y tente tieso. Nunca hubo unas primarias entre Rajoy, Rato y Mayor Oreja, sino que Aznar dijo “Mariano”, y eso fue a misa. Por el contrario, Mariano soltó unas lágrimas de despedida el viernes, y no dijo ni este ni la otra (porque el suyo, en realidad, era Feijóo), y ayer se votó para elegir. Pasó lo mismo que con el PSOE. Entre el hombre y la mujer, ganó el hombre. Entre lo que defendían mayoritariamente los delegados andaluces y lo que defendían los otros, ganaron los otros. Perdió el PSOE de Susana Díaz y perdió el PP de Soraya Sáenz de Santamaría y de Javier Arenas.