COEXISTEN el Vía Crucis de las Hermandades y los ordinarios (se celebran todos los años) con los extraordinarios (se organizan con motivo de alguna efeméride). Igual que sucede con las coronaciones canónicas, un sector de cofrades estima que hay un abuso de cultos extraordinarios, salvo si está protagonizado por su hermandad. Esto no es nuevo, pero llama la atención que hayan sido cuestionados los ejercicios penitenciales. Un Vía Crucis se puede rezar en el interior de un templo, no hace falta salir. Sin embargo, se supone que también debe servir para atraer ovejas descarriadas al redil y ser un testimonio de fe. Para eso es importante no distorsionar su carácter de culto externo.

Un Vía Crucis que sale a las calles no es como una procesión extraordinaria. Aunque lo presida una imagen sagrada, que se lleva a hombros en andas (no con costal) y se acompaña por un cortejo que recuerda al de una cofradía. Por eso se debe plasmar con nitidez el sentido penitencial. El Vía Crucis de las Hermandades, que protagonizó la imagen del Señor de la Redención el pasado lunes, estuvo a la altura esperada. Resultó solemne y sencillo, que no son conceptos opuestos. Y se apreció el esfuerzo de los hermanos para que se desarrollara con ejemplaridad.

Cuando fue designado el Señor de la Redención por el Consejo para presidir el Vía Crucis, un amigo cofrade me preguntó: “¿Saldrá con la imagen de Judas para representar el pasaje del beso?”. Y también: “¿Llevará un olivo en las andas?”. Pues ya lo vieron. Salió el Señor solo. Esta hermandad era conocida en sus orígenes como El Beso de Judas. Hasta que en 1983 el papa Juan Pablo II proclamó el Año Santo de la Redención y pasó a ser conocida como La Redención. En el Vía Crucis vimos La Redención, con el Señor como único protagonista.

Y no crean que las preguntas eran por ignorancia. En el Vía Crucis de las Hermandades de San Fernando (Cádiz), salió el Señor de la Oración en el Huerto con un olivo en las andas. En el de Cádiz, salió el Señor de los Afligidos, que forma junto a la Virgen el encuentro en la calle de la Amargura, acompañado además por el Cirineo y la Verónica. En el de Jerez de la Frontera, salió el Señor del Consuelo, que representa el pasaje del Desprecio de Herodes, bajo un templete de la Virgen de la Merced, patrona de Jerez, con sede en el mismo templo. Todo eso ocurrió el primer lunes de Cuaresma. Parece que la tendencia evoluciona a lo misterioso.

En Sevilla hay más mesura. El origen es el Vía Crucis de la Cruz del Campo, que se modificó y nos impresiona en la Casa de Pilatos el primer viernes de marzo. Algunos Vía Crucis se pueden considerar ya tradicionales, por arraigo y sencillez, como el del Cristo de las Misericordias de Santa Cruz. Esta tarde está anunciado el del Cristo Yacente, del Santo Entierro, que alcanza momentos bellísimos. Y también está previsto para hoy el extraordinario de Los Estudiantes. Las andas con el Cristo de la Buena Muerte y la Virgen de la Angustia serán trasladadas a la Catedral para los cultos del Centenario de la hermandad.

Las formas hay que cuidarlas con decoro. Sin convertir un Vía Crucis en un salón de moda para la priostía. Acompañar a las imágenes sagradas con devoción, rezar, cumplir un acto penitencial en una noche de Cuaresma. Ese es el fondo.

José Joaquín León