EN la interesante exposición del Centenario de la marcha Amarguras llamó la atención, una vez más, el manto que perdieron en la cofradía de San Juan de la Palma. Ese manto, obra de Rodríguez Ojeda, lo luce actualmente la Virgen del Desconsuelo, de la cofradía de los Judíos de San Mateo, de Jerez de la Frontera. Ese manto vuelve de Jerez a Sevilla de vez en cuando, para ser expuesto y que los cofrades sevillanos se persignen cuando lo vean. Ese manto (y otras obras de arte) había venido en 1983 cuando Luis Becerra organizaba en el entonces edificio de Caja San Fernando, en la plaza de San Francisco, sus recordadas exposiciones de Cuaresma. Fue un pelotazo, un modelo a seguir. Y dejó en evidencia las barbaridades cometidas en la Semana Santa del ayer.

UNA de las principales novedades de la Semana Santa la tendremos el Martes Santo. Se cumplen 30 años de la primera estación de penitencia del Cerro del Águila a la Catedral. Coincidirá con el estreno del tercer paso de la cofradía, que incorpora al Nazareno de la Humildad, obra de Juan Manuel Miñarro. Esto me parece mucho más importante que si las cofradías van ese día al derecho o al revés. Porque es una novedad muy significativa de la evolución de la Semana Santa en los últimos tiempos, de cómo una cofradía que entró de pobrecita es hoy una de las que salen con más nazarenos el Martes Santo y pasa a ser la segunda con tres pasos en ese día tan complicado de organizar.

EL primer lunes de Cuaresma sigue marcado en las agendas de los cofrades de Sevilla. Es el día del Vía Crucis de las hermandades. El matiz es importante. Cada año el Consejo  nombra una imagen, titular de una cofradía, pero es un acto conjunto, de todos, para el que existe un protocolo y unas normas. Se celebra en el interior de la Catedral, donde son rezadas las estaciones y la meditación final. No es un culto callejero, sino que la imagen sagrada es trasladada desde su templo, en unas andas, con recorridos de ida y vuelta. Este año han designado al Cristo de la Conversión del Buen Ladrón, de la Hermandad de Montserrat, una imagen excepcional, que cumplirá cuatro siglos, obra de Juan de Mesa, de la que se ha dicho que es como “el Gran Poder crucificado” (es parecido, pero no es exactamente así), y que no había sido elegido hasta ahora.

l La mañana fresquita y nublada adquiere protagonismo en la procesión l Han aumentado la presencia de jóvenes y las peregrinaciones procedentes de municipios del Aljarafe

LA Virgen siempre sale al encuentro de sus hijos. Vuelve a sonar la plegaria: “Aunque mi amor te olvidare, Tú no te olvides de mí”. La Virgen de los Reyes nunca se olvida de Sevilla. Hace algunos años pareció que esta procesión del 15 de agosto se iba a quedar como una costumbre de personas mayores, pero ayer pudimos ver que la devoción se rejuvenece. Los jóvenes la han descubierto y acuden cada año más. Puede que el punto de inflexión estuviera en 2011, con aquella Jornada Mundial de la Juventud que presidió Benedicto XVI en España, que le ofreció mayor visualización a los jóvenes en la procesión. O puede ser el fruto del trabajo mariano que hacen en muchas parroquias y hermandades, no sólo de Sevilla, sino también del Aljarafe.

Los rezos y cantos aumentan la solemnidad en una gran mañana eucarística l El cortejo no se redujo y tardó más tiempo que en 2017

ERA una mañana soleada y fresca, más apropiada para ver la procesión eucarística  del Corpus que para irse a las playas. Los cambios moderados que han sido introducidos, para darle un mayor sentido religioso, se pueden considerar un éxito del arzobispo, Juan José Asenjo. Porque fue él quien afirmó que la procesión necesitaba una mayor devoción. Más cánticos y oraciones y menos representaciones (de capillitas), era la conclusión obtenida. En lo primero, ha sido un éxito; aunque en lo segundo, no.